Era un día soleado, todo lo contrario, a la tormenta que azotó la noche anterior, Todoroki no había dormido en lo absoluto, solo escuchaba los ruidos que provenían de la cocina y aprovechando que el peliverde estaba distraído en la faena de hacer alimentos, se levantó del sofá y por impulso busco la otra presencia humana, algo sencillo para él y por ende la encontró de inmediato. A paso tranquilo caminó hacia una habitación, evitando hacer ruido cuando ingresó.
Allí recostado boca abajo en una mullida cama, se hallaba durmiendo profundamente el pelicenizo, su expresión serena solo reflejaba lo cómodo que se encontraba, Todoroki lo vio por unos instantes, manteniendo su distancia. Hoy en día era inusual encontrar personas con corazones puros, sin embargo, conoció a dos que lo tenían, del peliverde se podía notar a kilómetros, pero la persona que tenía delante era un poco contradictoria, pues su personalidad, es algo brusca y agresiva, aun así, no ha sido suficiente para corromperlo por dentro y ayudaba a quien lo necesitaba.
Todoroki y su batallón, por lo general no visitaban a los humanos, pero las veces que lo hacían solo podían ver el egoísmo, codicia y violencia en aquellos seres, se destruían unos otros sin sentido, había tantas muertes y desgracias, eso solo les daba la ventaja a los demonios. Por supuesto sabe que no todos son así, hay personas que aun albergan verdadera bondad en ellas y prueba de ello, son estos dos.
Era por eso que peleaba, para que los demonios no corrompieran a toda la humanidad, para que todavía haya esperanza...
Para que la oscuridad no ganara.
Suspiró silenciosamente, sus pensamientos eran llenados por completo de los motivos de su lucha, de la batalla que logró derribarlo y de las posibles consecuencias. Estaba preocupado, ahora sabe que los enemigos habían conseguido un arma maldita, no quería que alguien de su batallón saliera herido, así como él lo esta ahora o peor aun que termine muriendo en las garras de aquellos demonios.
Decidió salir de esa habitación, para volver a la sala, por ahora conviviría con estos dos humanos, a petición de su amigo, la verdad no estaba de acuerdo, su deseo de querer irse de allí, no habían disminuido ni un poco, pero luego de estar analizando la situación mientras estuvo recostado, consideró lo que podría ocurrir si seguía actuando impulsivamente y a decir verdad Shinso también es un excelente líder, por lo que en su momento le pareció extraño que cuando los arcángeles le ofrecieran el cargo de dirigir su propio batallón este se negó y continuó a su lado.
Al regresar, de nuevo se recostó en el sofá, ya que había escuchado pasos que se acercaban, por lo que cerró los ojos fingiendo estar dormido.
— Veo que, si se durmió, mejor iré a despertar a Kacchan primero — oyó los murmullos del humano, para luego sentir como se alejaba de seguro a donde estaba hace unos momentos.
A los pocos minutos se oyó como el ruido pasaba en la sala, pero ahora eran dos voces las que sonaban en el lugar — Deku ¿Quién te dijo que te metieras en mi cocina?
— Vamos Kacchan, deja el mal humor para después, mejor ve a despertar a Todoroki para que desayunemos los tres.
— ¡Tch! Como sea.
Midoriya se fue a la cocina mientras que Bakugō se dirigió al sofá, vio a su "amigo" dormido, por lo que optó por patear el mueble — ¡Hey! Todoroki despierta de una vez.
El bicolor hizo como si recién despertaba y se levantó lentamente, disimulando somnolencia, por supuesto todo era un acto, algo que no era un problema para él, sabía como integrarse con los humanos, lo ha hecho pocas veces, pero las suficientes para saber que hacer. Aunque su actitud calmada nunca cambiaba.
— ¡Apurate que Deku hizo comida! — avisó mientras se marchaba.
— Enseguida voy — contestó.
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Eres un Ángel [Todobaku]
FantasyKatsuki Bakugō un empresario exitoso, regresaba tarde otra vez de su oficina, la noche caía por aquel camino y la tormenta impedía ver bien, por lo que no se esperaba encontrar una persona en medio de la carretera provocando que se accidentara, cuan...