Capítulo IX - ¿Quién eres?

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Los tres bajaron del auto pues ya habían llegado a la casa de Bakugo. Ese día, por fin habían salido del hospital, obviamente bajo las innumerables instrucciones médicas de Midoriya y tras hacerlos prometer que harían caso por fin los liberó de su "tormento" según el rubio cenizo, ya que lo único que deseaba ahora era recostarse en su cama, bueno, en realidad quería ver cómo está la compañía, pero en este momento no quería hacer llamadas y escuchar qué problemas hubo durante su ausencia.

Conociendo a Sero, seguramente se hizo cargo de todo y confiaba que lo haya hecho bien, no obstante, nunca está de más pensar que suceda algún inconveniente. Sin embargo, su mente no estaba para eso, por ahora quería evitarse la posible jaqueca que le pueda provocar atender lo del trabajo, aun si estaba deseoso por saber.

Ingresaron a la enorme casa, aunque el pelirrojo solo se quedó unos momentos, alegando que tenía cosas por hacer - lo cual no era del todo mentira - se despidió, pues tenía que regresar al hospital para cuidar al otro humano; Mina se había quedado con él, pero ella tenía que regresar cuanto antes, porque no todos del escuadrón de Todoroki puede estar ausentes del campo de batalla.

De cierta forma Eijiro agradece que Midoriya ya supiera de los ángeles, por lo que no era necesario dar tantas explicaciones de porque estaría rondando cerca de él.

Ambos vieron cómo se marchaba el pelirrojo en el auto de Bakugo, estaba algo reacio a prestarlo, pero de alguna manera el tipo le generaba confianza, sentía que era una buena persona, además parecía que se llevaba bastante bien con el mitad-mitad, ya que los vio varias veces hablando bajo de saber que cosa mientras estuvieron en el hospital. No es que le importe realmente, pero era algo molesto tanto secretismo, pero allí ellos con sus asuntos.

El rubio cenizo se fue hacia su habitación dejando atrás unas pocas palabras "iré a dormir" sin esperar una respuesta caminó a paso lento y pesado hacia su anhelado lugar de descanso, estaba exhausto.

Cerró la puerta tras de él y sin demora se arrojó sobre su cama, haciendo que se relajara por completo, no le tomó mucho tiempo caer en un sueño profundo.

Abrió los ojos y se sorprendió al observar que estaba en su oficina, sentado frente a su escritorio ¿qué estaba haciendo justo ahora? Intentó aclarar sus pensamientos. Quiso revisar lo que la pantalla de su computadora decía, pero fue en vano, era como si las palabras estuvieran en otro idioma, pues no podía leerlas en lo absoluto. Cerró la tapa del aparato de un golpe, quizás estaba más cansado de lo que pensaba, hasta el punto de afectarle su vista y por supuesto que eso ya no era normal.

Mejor regresaba a casa.

Un momento...

¿No ya estaba en casa?

No... tal vez lo está pensando demasiado. Se dirigió hacia la puerta y la abrió sin problema alguno, le dirá a su secretaria que organice el papeleo pendiente y que después puede irse, sin embargo, se dio cuenta de que no estaba en su sitio habitual.

De repente tuvo un sentimiento de déjà vu, giró su vista hacia el pasillo del frente, era como si esperaba que algo lo empujara con fuerza de nuevo a su oficina, pero eso nunca sucedió, más bien, toda opresión que sintió en solos esos escasos segundos desapareció luego de que un sonido parecido a un aleteo resonara a su alrededor, buscó con rapidez el artífice de dicho ruido, pero no encontró nada.

Avanzó a paso veloz, mientras recorría parte del edificio, el cual tenía la pinta de estar vacío y aunque suene extraño, eso era lo que menos lo inquietaba, aunque sea de por sí, ya muy alarmante, no obstante, era ese sonido, el que sonaba cada vez más frecuente, lo que le atraía más, quería saber de donde provenía, sentía que si lo averiguaba, de alguna forma entendería muchas cosas, de las cuales recién ahora siente que ha estado omitiendo.

Eres un Ángel [Todobaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora