Me encontraba acostada boca abajo y con la cara hundida en la almohada. Todavía me sentía mal por lo que había dicho Jackson. A pesar de que no llegamos a ser nada, me gustada, él sí me atraía. Dos días.. dos días en los que Jackson no apareció ni por el Instituto, ni por ni apartamento.
Y allí estaba yo, preocupada por él, cuando lo más probable es que, dónde quiera que estuviera, él no se preocupada por mi.
Alex estaba conmigo tratando de animarme y yo... yo no quería salir ni a trabajar. En el tema de la práctica que estuve haciendo ya no fallaba más en los tiros. Ahora sí podría defenderme de cualquier vampiro que se me acercara. Alex hizo un hechizo para que las flechas se doblaran y pudiera llevarlas a donde sea, ya que si las doblaba sin el hechizo se romperían por que son de maderas.
—Meeeeegan —dijo Alex alargando la letra "e". Él también estaba boca abajo, pero con la diferencia de que yo estaba en la cama y él arriba mío. Cualquiera que nos viera pensaría que somos novios, pero no, sólo es mi amigo.
—¿Queeeee?
—Sooooo.
—¡Eres un tonto! —hice una pausa —. Alex me estás aplastando y eso implica que me está costando respirar.
—¡Pero estoy cómodo! —bufó.
—No me importa. Te corres o te pateo el trasero. Tú elijes —salió de arriba mío y se colocó a mí lado mirando hacia el techo.
—¿En serio estás mal por ése idiota? ¡No te merece!
—No estoy mal por él —dije tajante.
—¡Sí, claro! ¡Y yo soy el novio de Megan Fox! —contestó sarcástico e hizo una pausa —. Se llama igual que tú... ¿Quieres ser mi Megan Fox?
—¡Alex! —lo regañé.
—¡Está bien! —se para.
Estaba agradecida de tener a Alex conmigo, si no, no saldría de estas cuatro paredes. Sí Caroline no me hubiera mentido, ella estaría aquí conmigo o eso creo. Realmente me sentía sola en este mundo. Haber perdido a mis padres, vivir mi infancia sin ellos, dolía. Lo superé, si, pero no lo olvidaba. Extrañaba a mis antiguos amigos, eran pocos, pero podía confiar en ellos. Ahora sólo tenía a Alex y era un buen amigo, no lo voy a negar. Solo él pudo sacarme sonrisas en estos días.
—¿Tienes libros eróticos? ¡Encima es una trilogía! —gritó Alex alejándome de mis pensamientos. Rápidamente me paré y se los arrebaté. Era los libros de mi Christian Grey. Y si, es mío, sólo que él no sabe nada aún.
—¡No te metas con mis libros! —dije abrazando a los libros.
—Asique tú también estás loca por el Sr.Grey ¿Qué es lo qué tiene ése tipo que no tengamos nosotros? —fruncí el ceño y fingí una cara de horror —. ¡Ése tipo sólo le da sexo a ésa tipa! ¿Cómo es que se llama? ¡Ah, sí! ¡Anastasia! —hizo una pausa —. Está muy buena. He visto los dos tráileres de esa película —se toca la barbilla —, pero no tiene tanto culo como Savannah, así que ¡Neeh!
—Eres... eres un... ¡pervertido! —golpeé su hombro con una sonrisa.
—Así me gusta que estés, con una sonrisa —se alejó y colocó música. Comenzó a sonar la canción de Rihanna y Enimem, la que escuchaba aquella vez en la cocina estando en ropa interior —. Tú eres Rihanna y yo soy Enimem, asique comienza a cantar —no me dejó responder y le puso play a la canción.
Comencé a cantar con algo de vergüenza pero de a poco se fue yendo. Luego comenzó a cantar Alex mientras que reía. Era divertido escuchar el intento de cantar como Enimem. Empezó a bailar de forma extraña y me tomó a mí para que lo siguiera. Él cantaba y yo me reía por lo gracioso que era su baile. Así estuvimos hasta que terminó la canción.