Me quedé embobada mirándolo, como una niña mira a una caja de dulces. Era un chico bastante lindo,pero tenía ese aire de ser un chico misterioso, y bastante. No me había dado cuenta de que los otros dos chicos ya se habían ido. Sólo quedábamos él y yo, pero lo único que hizo fue darme una última mirada y se dio vuelta continuando su camino.
¿Qué fue eso? ¿No se acercará a preguntarme cómo me encontraba?
Sacudí mi cabeza debido a mis pensamientos y corrí hasta poder estar cerca de él. Al menos quería darle las gracias y saber su nombre.
-¡Hey!- Grité.
Ya estaba comenzando a agitarme más de lo debido, creo que tendré que hacer más ejercicios. Una vez que estaba detrás de él su cuerpo se tensó, apretó su mandíbula y me miró. Parecía furioso.
En ese momento no supe qué decir, mis labios no articulaban palabra. Sentía mis labios secos.
-Yo... eh.... -Me interrumpe.
-Habla de una maldita vez, ¿tú qué? ¿Quieres darme las gracias y saber cuál es mi nombre?- Iba a responderle pero no me dejó-. Bien, no necesito tu agradecimiento ni tienes que saber mi nombre, ¿algo más?
Si antes no sabía qué decir, ahora quedé muda. Realmente era un completo idiota. Lo que más me llamó la atención fue que supiera que iba a darle las gracias y que le preguntaría cuál era su nombre.
-Veo que no tienes más nada que decir, adiós.
Oh no, no me quedaré como una idio que le comieron la lengua los ratones.
-¿Es qué tu madre a ti no te enseñó cómo tratar a una chica?- Apreté mis labios.
-¿Y a ti la tuya no te dijo que debes mirar por dónde caminas?
-¿Sabes qué? ¡Mejor vete a la mierda, imbécil!- Dicho eso caminé por donde había venido. Me giré para ver si seguía ahí y cuál era su reacción, pero ya no había nadie, absolutamente nadie. ¿Era Flash o qué?
Esta vez al caminar miré por donde iba y noté que no me había alejado mucho. ¡Que tonta! Mientras caminaba, entre los arboles del bosque sentía que había alguien observándome. Sentí que era la misma mirada que me miraba en mi antigua ciudad.
Apresuré el paso para llegar más rápido, no quería que me pasara algo similar a lo de hace un momento con esos dos chicos.
Éste vecindario no me gustaba, es muy escalofriante y más con el bosque que tenía en frente.
Al llegar saqué las llaves del departamento y entré. Al entrar me tiré en el sillón suspirando mientras pensaba, hasta que recordé que la carta que Susan me pidió que leyera una vez que estuviera aquí. Al tenerla en mis manos, abrí el sobre y comencé a leer.
Megan:
No tengo mucho que decirte, sólo algo que preferí escribir. Sé que si te decía esto en vida me llenarías de preguntas a las cual no iba a ser capaz de responder. Una vez que estés allí en Illinois, vas a tener las respuestas a las preguntas que tanto me hacías. De todas formas... no confíes en nadie. Las apariencias engañan, cariño.Susan.