Una Navidad Peculiar

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-Gus! ¡Ven! Creo que encontré algo...

Se le escuchaba decir a un niño pequeño y algo pasado de peso de cabello castaño

-Espero que hayas encontrado algo de comer, porque si es otra cosa no lo quiero ¿eh?

Contestó un niño de cabellos rubios.

-¡No seas así! Mira, es un gatito y hace mucho frío... Y si lo llevamos a la iglesia con nosotros?

-¿Tu crees que nos van a aceptar en la iglesia con un puto gato? Además, es negro, las monjas se van a asustar.

Gustabo vio como su mejor amigo y hermano de tan solo diez años hacía un puchero y colocaba ojitos de perrito apenado.

-Joder... Está bien, lo vamos a llevar con nosotros, pero no a la iglesia. Ven, tengo una idea.

Horacio tomó al pobre gatito en sus brazos y comenzaron a correr, eran las nueve de la noche y el frío estaba pegando de una manera fuerte en sus cuerpos, dejaron de correr cuando quedaron frente de un centro comercial.

-¿Quieres que dejemos al gatito en un centro comercial?

-¿Que? ¡No, tonto! Ya que no nos van a dejar entrar a la iglesia con el gato, nos vamos a esconder aquí. Tu solo haz todo lo que yo haga.

Horacio asentía a todo lo que su hermano mayor le ordenaba y decía, sosteniendo con delicadeza al gato.

Gustabo se acercó lentamente a un guardia del lugar y le sonrió dulce.

-Disculpe señor, ¿sabría decirme donde esta la tienda de mascotas? Yo y mi hermano tenemos a un gatito y tenemos que darle de comer.

-En el tercer piso junto a las tiendas de colchones. Niños, ¿donde están sus padres?

Se vio el miedo en la mirada de Horacio en cambio en la de Gustabo solo había tranquilidad.

-Están en el auto, nos quieren enseñar a ser más independientes, creen que estamos grandes para comenzar a comprar solos, Tenga buena navidad señor!

El guardia al parecer pensaba preguntar más cosas pero los dos niños fueron corriendo a las escaleras mecánicas mientras el gatito que llevaban en brazos maullaba incómodo.

Llegaron al tercer piso pero no se dirigieron a la tienda de comida de mascotas, si no, a la de colchones.

Entraron como si nada, como si fuese su casa y en cuanto el vendedor se despistó, se encondieron entre la sección de almohadas intentando también que el gato que llevaban no maullase mucho.

Pasó poco más de treinta minutos y ya era hora de que todas las tiendas del mall cerraran.

Antes de que cerrasen la tienda por completo, salieron de ella gateando y sin que el vendedor se diese cuenta.

Y ya en un punto, no había ni un alma en el mall, pues tampoco el guardia se había quedado a trabajar, era navidad y le importaba tres cojones su trabajo, era más importante la familia.

Y eso les hizo el trabajo mucho más fácil a Gustabo y Horacio.

Fue una noche de locos debido a que lo primero que hicieron fue conseguirse una manta para cubrir al gato, le alimentaron con atún que robaron del supermercado que había en el mismo Mall y lo llevaron consigo a todas partes.

Robaron chucherías, pasteles de muestra, bebidas, helado, prácticamente de todo.

Y después se dirigieron a la sección de juguetes, donde buscaron que regalarse uno al otro.

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⏰ Última actualización: Dec 25, 2020 ⏰

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