XXI. Tenerte

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Un hilo de frío me recorre por el rostro, el sonido de las aves me despierta y la falta de un cuerpo tibio al lado mío hace que levante completamente la cabeza de la almohada

- ¿Amelí? – La cantidad de luz en la habitación hace que vuelva a cerrar los ojos y me doy cuenta que la cortina de la ventana está ligeramente abierta – ¿Qué haces en la ventana amor? – La veo aún con esa camiseta larga y solo en ropa interior baja, al igual que yo.

- Disfrutando de nuestra nueva vista, cariño

Me incorporo a la luz, abriendo los ojos suavemente, veo mí alrededor y no distingo dónde estoy, me siento aún dormida.

- Las nubes están muy oscuras, parece que lloverá – La escucho decir en voz baja

Vuelvo a abrir los ojos y me doy cuenta de la cantidad de pilas de cajas que hay alrededor, poco a poco comienzo a recordar donde estoy y en qué estoy echada.

Y al estirarme entre las sábanas, me doy cuenta.

Nuestra nueva casa.

Después de la partida de Amelia, nunca pudimos mudarnos, pero con Amelí todo era distinto. Bueno, con Amelia.

Me he acostumbrada a llamarla Amelí, hace que separe mi pasado de mi presente, y mi presente es ella misma, aunque con un nombre distinto.

- Hace frio... - Le digo buscando una de las almohadas para abrazarme a ella

- ¿Te has despertado completamente ya? – Amelí se coloca debajo de las sábanas, me quita la almohada de mis manos y lo reemplaza con su cuerpo

- Mmm...

- Tienes que levantarte ya... – Me dice depositando pequeños besos por todo mi rostro – Despierta Luisita...

- ¿Si me despierto dejaras de besarme?

- ¿Si?

- Pues sigo dormida

Escucho su risa, abro los ojos con dificultad por la luz. Se da cuenta y coloca su cuerpo de lado con su brazo apoyado en la cama, dándome algo de sombra.

Ahora sí, la poca luz me hace abrir los ojos un poco más, admirando su rostro en las mañanas. Es que es preciosa.

- ¿Qué pasa? – Me pregunta

- Me gustas muchísimo

He podido descifrar el color de sus ojos cuando me mira así.

Color verde con miel. Color avellana.

- ¿De quién has sacado el color de tus ojos? – Le pregunto mientras me da una de sus mejores sonrisas.

- De mi madre

¿De verdad? Trato de recordar el color de ojos de su presunta madre, y es cierto...

¿Pero cómo es posible eso si no es su madre?

- ¿Qué piensas? – Me pregunta acercando su rostro al mío. Quito otra vez esas preguntas en mi cabeza y le doy un pequeño beso.

- En que debimos haber armado la cama antes de dormir – Le respondo bromeando – Porque no creo que haber tirado el colchón sobre el piso sea lo suficiente.

- Te pareció suficiente ayer, cuando no dejabas de besarme sobre él.

- Cosas muy distintas, contextos diferentes.

Rodeo mis brazos sobre su espalda y la giro para caer encima de ella. Pero de pronto otra vez el rayo de luz me molesta.

- Hay que cambiar también las cortinas, no ayudan mucho. ¡La habitación parece un reflector!

𝐄𝐍 𝐓𝐔𝐒 𝐑𝐄𝐂𝐔𝐄𝐑𝐃𝐎𝐒 (𝖫𝗎𝗂𝗆𝖾𝗅𝗂𝖺)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora