Epílogo

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Amelia,

Otra vez tu mano ha tomado mi rostro para mirarte.

Sé que ves miedo en mis ojos. Sabes que el miedo de pensar que todo esto es un sueño ha vuelto a pasar por mis pensamientos.

Me recuerdo soñándote, tantos, tantos sueños sobre ti...

En ellos también tomabas mi mano, en ellos también me abrazabas, en ellos también me besabas...

Pero todos terminaban contigo yéndote, y conmigo perdiéndome.



- Has estado siempre en mis sueños, Luisita – Me dices tomando mis rostro con ambas manos – Has estado conmigo siempre – Apoyas tu frente junto a la mía y puedo sentir el calor de tus mejillas – No pienses que esto es un sueño, no hay nada tan real como lo que siento por ti.



En mis sueños nunca pude sentir el calor de tu cuerpo. Ahora, tu mano está tibia, tu abrazo es cálido y tus besos son dulces.

Esto no termina contigo yéndote, ni conmigo perdiéndome. Comienza contigo quedándote y conmigo encontrándome.



- La que me encontró, fuiste tú mi amor – Me dices regalándome esa sonrisa cautivadora que no ha cambiado a lo largo de los años.



¿Cuánto tiempo hemos perdido por estar separadas?

¿Pero que es el tiempo cuando no has estado a mi lado?

El tiempo me era innecesario en tu ausencia y ahora me es escaso en tu presencia.

- Por eso mi amor, prometo estar cada día contigo. En nuestros mejores días, en nuestros peores días. Y si alguna vez, me ves irme, solo llámame, porque te aseguro que esta vez sí voltearé.

Mi mente ha decidido cerrar este recuerdo que siempre me atormenta. El recuerdo de ti, yéndote de mi lado.



- Amelia, no puedes irte... No esta vez... Dijiste que iríamos juntas a la boda de María, y tienes que estar ahí conmigo, porque...

No encuentro lágrimas en mis ojos esta vez y el alivio que tengo ahora en mi voz me hace sentir que finalmente puedo decírtelo.

- Porque quiero pedirte que te cases conmigo esa misma noche.

Y tú ya no estás con la mirada perdida y seria. En ti solo está esa mirada dulce que siempre me dedicabas.

- ¿Conmigo? – Me preguntaste con la sonrisa asomándose en tus labios

- Contigo, mi amor...

Y en este pensamiento Amelia...

...tú nunca te fuiste.



Ha pasado mucho para poder cambiar aquella conversación. María ya está casada, y es cierto que tú nunca llegaste a su boda. Pero estas aquí y has vuelto a hablarme.



- Por eso, te elijo como la mujer de mi vida – Tomaste mi mano una vez más – Porque como tú una vez lo dijiste Luisita, yo también me he convertido en la mujer que siempre he querido ser – Y tomaste mi dedo – Al lado de la mujer que siempre quise tener...



La piel de mi mano siente finalmente el anillo que acabas de depositar en mi dedo. Y al entrelazar tus dedos con los míos, escucho el sonido de nuestros anillos chocar ante el contacto.

No me sorprende que hayamos planificado nuestra boda en solo cinco días, si sentimos que llegamos cinco años tarde...


- Mi estrella... - Digo finalmente sin contener las lágrimas

- Mi Luna... - Me dices también llorando

- Mi camino

- Mi lugar

- Mi Amelia

- Mi Luisita


Escucho como pides insistentemente el permiso de besarme y yo rio ante tus ocurrencias. Todas las personas que nos quieren están aquí, las que nos vieron crecer juntas.

He pasado tantos años pensando en el pasado, que ahora me doy cuenta que es la primera vez que pienso en un futuro. En nuestro futuro, Amelia.

Tu beso me hace despegar otra vez...

Te escucho llamándome desde afuera de nuestra casa, los girasoles que plantaste pensando en tu madre acaban de brotar de la tierra y tu sonrisa ilumina todos mis días.

Aquellos días donde sé que ahora compartiremos los mismos recuerdos.

Nuestros recuerdos.

- Dulce 🌻 

@dulcelove_glu

𝐄𝐍 𝐓𝐔𝐒 𝐑𝐄𝐂𝐔𝐄𝐑𝐃𝐎𝐒 (𝖫𝗎𝗂𝗆𝖾𝗅𝗂𝖺)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora