IX. Adivinanza

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"Debes dejar de pensar en ella Luisita, no puedo permitir que sigas así"


El sonido suave del despertador hizo que abriera los ojos lentamente. Y entre mis sueños escuchaba la voz de mi madre

Me levanté lentamente y coloqué ambos pies en el suelo.

Como cada día, me quedo mirando a la nada, pero pensando en todas las cosas de siempre

"Mírame porfavor, deja de pensar en ella. Se ha ido hija"


Tomé mi rostro con ambas manos y negué con la cabeza, sacando esas conversaciones de mi mente. Me levanté y me dirigí al baño.

Mojé mi rostro con agua mientras me vi al espejo, y al ver detrás mio a través de ello, recuerdo ver la mirada de Amelia en mí.

 "Cariño, siempre te apoderas del lavado, hazme un espacio anda"


Pero nunca trataba de apartarme del lavado, lo que hacía era quedarse parada a un lado haciendo caras graciosas para hacerme reir, hasta esperar que termine. 

"¿Ahora si es todo mío el lavado?"

- Si... - Dije

Pero al levantar la mirada y volviendo a ver detrás mío, no encontré la presencia de Amelia. 

"Te quiero tanto, que no puedo permitir que continúes así, mañana vamos a buscar ayuda"

Doy tres respiraciones profundas, las aprendidas durante mucho tiempo para mantenerme tranquila. Logro mantenerme en calma y decido meterme a la ducha.

Al salir escucho las notificaciones de mi teléfono.

Desde que Amelia se fue, con el pasar de los años me fui alejando de mi familia.

Ya no pasaba las festividades junto a ellos, aquellos que Amelia y yo durante tantos años llegabamos con abrazos y sonrisas a la que ella consideraba su hogar y la familia que siempre quiso.

Le prometí a mis padres y hermanos que a pesar de que este lejos de casa por trabajo, siempre estaría enviándoles mensajes. Mi promesa se fue rompiendo al tercer año de continuar viviendo sola.

Aún así, me seguían enviando mensajes aunque yo solo diera respuestas cortas. Y en la pantalla me aparecen los siempre dos mensajes de cada día.

El primero era de María enseñándome la foto de sus hijos. Hicieron una gran travesura dentro de la bañera con los jabones líquidos, según ellos querían crear la burbuja de espuma más grande toda la historia. Envié un emoticón riendo

El segundo era de mi madre. Mi madre...

Me llevé una mano al rostro, decepcionada conmigo misma por dejarla en visto muchas veces, después de todo lo que me había ayudado. Trataba de darle siempre respuestas cortas y repetitivas. Se volvió un ciclo del nunca acabar.

Y de nuevo en su mensaje leo su pregunta de cada día sobre el cómo estaba y le respondía como siempre: Estoy mejor mamá.

Pero hoy añadió otra pregunta:

¿Has conocido a alguien? -

Me tomé un minuto para querer responder el mensaje. Le iba a escribir lo mismo que le respondía a María cuando me lo preguntaba: "Nunca nadie que me parezca interesante"

𝐄𝐍 𝐓𝐔𝐒 𝐑𝐄𝐂𝐔𝐄𝐑𝐃𝐎𝐒 (𝖫𝗎𝗂𝗆𝖾𝗅𝗂𝖺)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora