𝐄𝐍 𝐓𝐔𝐒 𝐑𝐄𝐂𝐔𝐄𝐑𝐃𝐎𝐒 (𝖫𝗎𝗂𝗆𝖾𝗅𝗂𝖺)

XVI. Camino derecho

Tengo frente a mí, una carretera prácticamente ausente de vehículos, un coche casi controlado y al lado una novia muy fácil de convencer.

- Cámbiale a tercera Luisita

- Ya está

- No cariño, no has movido la palanca de cambios

- ¡Que sí lo he hecho!

- Mi amor que no

- ¡Ah joder! Es cierto, no lo hice – Dije moviéndolo finalmente

Ahora sí, tengo una carretera vacía, un coche controlado y ¡Una novia guapísima a mi lado!

Parece que al fin, y luego de muchos meses de práctica, he logrado saber conducir el coche de mi novia.

- Eso... - Decía Amelia con la mejor sonrisa que le he visto, se había vestido tan guapa hoy, el color amarillo siempre es algo que me había gustado en ella, pero ahora mis pensamiento son más intensos, me muerdo los labios pensando en lo mucho que quiero besarla y...– ¡Pero mira al frente cariño!

- ¡Ah sí, sí! – Miré al frente por un segundo, pero volví a girar para verla de reojo, la encontré mirándome fija con una sonrisa – Es que estás muy guapa, es un poco difícil concentrarme

- Tú también – Intento quitar una de mis manos del volante para estirarlo a ella y tratar de hacerle cosquillas.

- ¡Luisita no! ¡Vamos a chocar! – Toma mi mano y lo coloca en la palanca de cambio – ¡Ya está! Ya practicaste cariño, ahora si estaciónate y déjame manejar a mí.

- Pero Amelia si lo estoy haciendo genial.

- Si cariño, pero a esa velocidad llegamos mañana.

- ¡Oye! No es para tanto – Veo el velocímetro del coche y bueno, algo de razón tiene – A ver un poco tarde seguro, ¡pero no mañana!

- Es que... ¿sabes qué? – Empezó a hablar y volteé a verla, tenía el dedo índice en su mentón – ...de repente me han entrado unas ganas de besarte que...

- ¡A la orden! – Y frené de golpe para estacionarme torpemente al costado

- ¡Pero cariño así no! – Dijo en una risa que luego fue acompañada de la mía.

- Nada, ahora sí, mi beso – Le dije atrayéndola a mí

- Que tonta eres – Me dijo acercando sus labios

- Tonta tú. Ya cállate y bésame

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El camino a Zaragoza fue largo, pero con Amelia al lado se volvió muy acogedor. El único problema era el clima que ya estaba cambiando y el calor haciéndose presente. Según como nos alejábamos de la ciudad para poder llegar al pueblo de la infancia de Amelia, se hizo curioso como la carretera comenzaba a rodearse de mucha vegetación y cada vez menos viviendas.

Obviamente Amelia se sabía el camino perfectamente, pero para no quedarme atrás, compré un pequeño mapa. Traté de interpretarlo buscando el sentido del camino, pero no lo entendía. ¡Joder con el mapa!

Amelia había vuelto a tomar el control del coche y me di cuenta como comenzó a reírse al ver mi rostro de confusión por el dichoso mapa.

- ¿No lo entiendes verdad? – Me dijo riendo

- Hey, no es eso, es solo que las letras se ven muy pequeñitas y me pierdo.

- ¿Por qué no utilizas el GPS del teléfono?