VIII. Mil conversaciones

2.4K 217 38
                                    

- Quiero decirte algo Luisita, nunca hagas algo que los demás esperan de ti si tú no estás conforme -

La llamada hizo que mi día cambie completamente. La llamada de mi padre...

Cuando reaccioné, le dije a Amelia que tenía que ir al hospital, que tomaría un taxi rápidamente. Pero sus palabras fueron "No te voy a dejar sola Luisita, yo te puedo llevar"

Amelia conducía rápido, y yo no podía dejar de ver a través de la ventana, me sentía perdida. Perdida entre las mil conversaciones

La idea de que algo así podría suceder un día era tan lejano y casi olvidado en el fondo de mi memoria, que parecía irreal. Y me imagino todos los escenarios posibles de lo que pudo haber sucedido.

No lloraba, seguía pensando que todo era un sueño o una pesadilla, queriendo despertar pronto

- Cariño - Di un salto y me sacó de mis pensamientos - Ya hemos llegado Luisita - Dijo la voz de Amelia

Sentí como si me hubieran despertado, pero solo fue de mis pensamientos y no del sueño en que creo encontrarme. Mil conversaciones volvían a mi, otra vez

- ¿Estas realmente segura que te gusta? Porque si es así, no sé por qué estamos teniendo esta conversación-


Corrí demasiado rápido; como si el salto que di en el coche al salir, me hubiese dado la energía suficiente como para recorrerme todo el hospital si era necesario. Pero lo cierto es que solo tengo que dirigirme a un lugar: Urgencias

Al llegar, el corazón me retumbaba en los oidos. Busqué con la mirada a mi padre

Ahí estaba...

Caminaba de un lado a otro con las manos en la cintura, se llevaba una mano a la cabeza y nuevamente otra vez a la cintura. Estaba muy inquieto

- Papá - Reaccionó a mi voz y volteó a verme

- Hija...

Corrí a sus brazos y me envolvió en ellos

- ¿Qué ha- Traté de preguntarle, pero me respondió rápidamente, sonaba desesperado

- Las escaleras, ¡siempre las escaleras! - Dijo cubriéndose el rostro con sus manos

Las escaleras... Lo sé papá, lo sé...

Nuestra casa era en un tercer piso. Y las escaleras siempre eran demasiado empinadas y estrechas. Todos habíamos tropezado allí por lo menos una vez.

Especialmente yo, que una vez muy pequeña al caerme, llegué a romperme el brazo. Estuve muchos meses enyesada.

Es por eso que el pensamiento en el fondo de mi memoria del que alguien pudiera hacerse daño gravemente había estado escondido en mis pensamientos por la sencilla razón de que no quería que ha nadie le pasara. Pero ha sucedido..

- ¿Ya ha despertado?

- No lo sé, no me quieren decir, ¡nadie sale a decírmelo!

- Papa cálmate por favor - Le dije mientras lo tomé de los brazos e hice que se sentará sobre una silla - ¿Cómo pasó?

Mi padre tomó una larga respiración y contestó

- Estábamos muy apurados, queríamos ir banco, le dije que iría solo, pero tú sabes como es tu madre

𝐄𝐍 𝐓𝐔𝐒 𝐑𝐄𝐂𝐔𝐄𝐑𝐃𝐎𝐒 (𝖫𝗎𝗂𝗆𝖾𝗅𝗂𝖺)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora