VII. Café

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- Me gusta mucho esta fotografía - Me dijo Amelia

(...)

- A mi me gusta más esta... - Le dije

(...)

.
.
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Veía la fotografía en la pantalla de la computadora y movía la cabeza de lado a lado...

¿Realmente reflejará la problemática de la situación?

- Debí haberlo tomado de otro ángulo... - Dije mordiendome la uña -... la portada del periódico de mañana es importante...

Se supone que solo debo dedicarme a la dirección gráfica y edición de las fotografías, pero he hecho todo lo posible para no mantenerme en la oficina.

Y ante cualquier evento, he estado en las calles... tan solo para no encontrármela por aquí.

Pero nuevamente me encuentro sentada en este pequeño escritorio, ya no hay excusa para salir y mantenerme alejada de ella. Por suerte, aún no la he visto...

Me gusta tomar las fotografías que irían en el periódico. Me hace parte de ello. Sea la situación en la que lo haya tomado, pero nunca estoy conforme con el resultado

No pude evitar pensar en Amelia diciéndome dulcemente que le gusta estas fotos, animándome a continuar. Después de todo, fue gracias a ella que empecé a estudiarlo

.

- Cariño tienes el don de transmitir con tus fotos lo que otros no podrían hacerlo ni con mil palabras - Me decía

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Pero yo pensaba todo lo contrario, porque si las palabras fueran escritas por Amelia, estoy segura que transmitirían mucho más que todas las fotografías del mundo, por eso yo le pedía que se dedicará a la escritura

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- Tus escritos son tan hermosos que siento que puedo sentir tus labios sobre mí, cada vez que escribes lo mucho que te encanta besarme - Le decía

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Pero ella nunca quiso dedicarse a eso, porque su padre era escritor y no quería parecerse a él.

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- Solo quiero escribir para ti Luisita, porque quiero expresarte de todas las maneras posibles todo lo que siento por ti, incluso en palabras

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... y aún tengo sus poesías en cartas guardadas...

Amelia no quería ser escritora, pero Amelí...

- Buen día, toma - Me dijo la mujer dejando un vaso grande cerrado encima de mi mesa

Me sacó de mis pensamientos. La miré sorprendida

- ¿Y esto?

- Pues... esto es café - Me dijo dándome una sonrisa pero sin mantener el contacto con mi mirada

No habíamos hablado desde aquella noche en que me negó el permiso de besarla, y pensé que ya no quería acercase a mí

Pero aquí estaba ella entregándome un café parada al frente de mi escritorio. Luciendo increíblemente preciosa

- ¿Me has comprado un café? - Pregunté totalmente extrañada

- ¿No debí haberlo hecho?

En su rostro se formó una expresión de desconcierto y empezó a rascarse el cuello

𝐄𝐍 𝐓𝐔𝐒 𝐑𝐄𝐂𝐔𝐄𝐑𝐃𝐎𝐒 (𝖫𝗎𝗂𝗆𝖾𝗅𝗂𝖺)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora