Capítulo 21

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No había fuerza humana en el mundo capaz de convencerme que todo lo que había sucedido en una noche era real.
Simplemente una parte de mi no quería, no podía creerlo.

James, el único hombre al que crei amar toda mi vida estaba muerto, acababa de ser asesinado frente a mis ojos y yo simplemente no sentía nada, en algún momento de mi vida llegué a pensar que si algo le pasaba yo no lo soportaría, que moriría de dolor al verlo sufrir pero en este momento, con la lluvia dificultandome respirar no me importa que haya muerto.

Giro el cuello para observar bien la escena frente a mi, Madeleine, mi única hermana llora desconsolada y sin fuerzas sujeta por su esposo, pero no llora por él ni por mi, no, llora por James.

¿Cómo pude ser tan ciega? ¿Cómo no me di cuenta antes de lo que había entre ellos dos?

Definitivamente James era un buen actor, juró amarme hasta el último momento pero ninguna de las veces que lo dijo fue real.

Todos estos años pensé tener la vida perfecta, había encontrado al mejor hombre del mundo y esta noche sería un nuevo paso en mi vida, me casaría con el amor de mi vida, que equivocada había estado.

Llorando y aferrándose a mi se encuentra el verdadero amor de mis vidas, de las tres vidas que ahora puedo ver pasar frente a mis ojos, tan claramente que duele en demasia, desgraciadamente esta tercera oportunidad se nos estaba llendo de las manos al igual que las dos pasadas.

Primero Elise, después Katherina y ahora Olivia le rompían el corazón a Bastian LeFluer, por tercera vez en su larga y tormentosa vida sufriría la muerte de la mujer que ama pero era eso o verlo morir a él.

Estoy segura de que quien sea que escriba el destino nos tiene preparado otro encuentro, solo espero que la siguiente vez él pueda ser feliz porque no merece tanto sufrimiento.

–Elise, vida mía, no me hagas esto, otra vez no, mírame, dime que todo estará bien, no puedes irte, no otra vez, te lo ruego. Su voz me regresa a la realidad y todo me golpea como la peor pesadilla que pudiera imaginar.

Sus brazos, más firmes de lo que pudiera pensarse, me levantan del suelo enviando una punzada de dolor directa al lugar donde la bala atravesó mi pecho, con disculpas ahogadas y sin dejar de sostenerme se sube a un caballo, galopando más rápido que nunca en mi vida llegamos a una pequeña cabaña, por el olor deduzco que no me trajo a ver a un doctor o algo parecido, huele a incienso, a hiervas y a humedad, talvez vinimos a ver a una bruja, claro, talvez nos ayude a romper tal maldición en que hemos estado envueltos durante tanto tiempo.

Sin saber qué esta sucediendo exactamente, siento como mi vestido empapado es despojado de mi cuerpo y tomó una gran bocanada de aire cuando el corsé es desatado liberando mi pecho, ni siquiera me importa estar desnuda, ese pensamiento desaparece al instante cuando unas manos frías y bastante delgadas presionan directo en mi herida, causando me más dolor del posible, deben ser las manos de la muerte que por fin viene a reclamarme, cierro por completo los ojos entregandome al dolor.

[...]

Falta de aire, frío, escalofríos, un dolor punzante en el pecho, olor a oxido y voces, susurros, luego gritos, palabras en francés que soy incapaz de descifrar.
Oscuridad.
Dolor.

–¿Está viva?
–Morira.
–Otra vez no, Elise.

Intento abrir los ojos pero ya no controlo mi cuerpo, mi respiración se ve entorpecida por grandes y frías gotas de agua.
Me duele el cuerpo y la cabeza pero el dolor más grande es el que se aloja en mi corazón y no por la herida de bala.

Voy a morir, lo sé, por tercera vez moriré dejando a un Bastian completamente destrozado.

Talvez no merezco amar ni ser amada.

El amor es tan solo una maldición.

Amor es dolor.
Dolor es amor.

–Te buscaré, te encontraré y seremos felices, merecemos serlo.

No, amor mío.
No merezco ser feliz y lo que más me destroza es el saber que mi maldición te envuelve a ti.
Mi amado, Bastian, deja de buscarme, vive tu vida sin depender de la mía, suelta mi mano, corta nuestro lazo.
Hay tantas cosas que quiero decirte pero no me quedan fuerzas, la oscuridad me absorbe poco a poco como si de arenas movedizas se tratase.

Una vez mas, doy mi vida a cambio de la tuya sin esperar a que me la devuelvas.
Ha llegado la hora de que me dejes marchar.

Otro estallido de dolor, esas manos frías de nuevo sobre mi cuerpo y el olor a alcohol inundan mi respiración, lentamente intento abrir un poco los ojos, solo lo suficiente para ver al hombre que he amado en tres vidas con la cara desencajada de tristeza y ahí, justo detrás de él como si de nuestra maldición personal se tratase hay un cuervo, pero no solo eso, esta vez un búho lo acompaña.
¿Podrá ser que ese búho me lleve a mi tan esperado final?
¿Será esta por fin mi ultima muerte?
¿Nuestra maldición estará llegando a su fin?

Mis ojos se cierran tan pronto como se abrieron y el dolor desaparece, es el momento, estoy muriendo.

Todo a mi alrededor desaparece excepto él,  Bastian sigue sosteniendo mi mano y a lo lejos, como si me encontrase bajo el agua logró escuchar sus lamentos ahogados y una petición o más bien una promesa a quien sea que maneja los hilos de nuestras vidas.

–Por favor, déjame encontrarla una vez más, no importa si tengo que esperar siglos, déjame verla vivir de nuevo, solo una última oportunidad, por favor, te lo ruego.

Y con esa súplica en mente y un te amo no pronunciado todo desaparece, Olvia ha muerto.

FIN










Nota:
Aún falta el epílogo.

Creí enamorarme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora