Capítulo 4

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El aire de la noche es frío, suspiro esperando que Bastian no tenga tan buen oído como para escuchar el castañeo de mis dientes.

¿Qué estoy haciendo?

Caminar con tacos es complicado y más aún por las calles maltrechas de las montañas, aún así me niego a tomar el brazo de Bastian, provocando una pequeña sonrisa en él de rendimiento, una sonrisa de medio lado que lo hace parecer sumamente atractivo.

¡NO! Basta, Olivia.

—Ya puedes dejar de mirar hacia atrás cada dos segundos, nadie nos ha visto salir. Su voz me sobresalta, estaba tan absorta en mis pensamientos que no había notado mi propio nerviosismo.
—Creo que nos hemos alejado lo suficiente. Decido frenándome en seco.

—De acuerdo.

Bastian se limita a observarme detallada y tranquilamente mientras elijo alguna roca lo suficientemente plana para sentarme.

—¿Y bien? ¿Qué tiene que decirme? Pregunto intentando no mirarle a los ojos, lo ultimo que necesito es ponerme más nerviosa al lado de este hombre

—La pregunta correcta es ¿Qué quieres saber?
—Primero que nada ¿quién lo invitó a mi boda, señor LeFleur?
—Tu lo hiciste.
—No estoy para bromas.
—No es ninguna broma, tu me invitaste a tu boda, pero no lo recuerdas. Esto ultimo lo dice en forma de susurro, si lo conociera un poco más diría que lo dijo con un deje de tristeza.
—No ha parado de decirme eso, entonces ayudeme a recordar.

—Cuando yo te conocí eras igual de hermosa, igual de perfecta, igual de desconfiada—sonríe—solo que un poco menos bronceada, tu cabello no era rubio sino rojo, tan rojo como el último color que muestra el cielo antes de que la luna se ponga y el sol tome su descanso; tus ojos—suspira—tus ojos no eran azules, eran verdes, simplemente hermosos, solía perderme en ellos durante horas. Tenías un lunar en forma de estrella detrás de tu oreja que te hacia única entre todas las mujeres. Cuando sonreías dejando entrever algo de blanco entre tus delicados labios rosas sentía mi pecho hincharse y mi corazón latir hasta casi explotar. Cuando llorabas y las lágrimas empañaban tus ojos mi pecho dolía como si lo atravesaran mil puñales al mismo tiempo, no lo soportaba.
Pero si hay algo que no ha cambiado es tu cuerpo, siempre tan definido, tan perfecto que era totalmente justificado tu odio por el corsé. Y apostaría todo lo que tengo a que esa cicatriz en forma de ola permanece en el mismo sitio, justo al centro de tu pecho.

Esto no puede estar pasando.

Instintivamente mi mano viaja hacia el guardapelo que cuelga de mi cuello, cubriendo siempre mi única cicatriz.

—Ganaría esa apuesta por lo que veo.
—Usted pudo haber visto mi cicatriz mientras bailaba, con los movimientos, el collar pudo haberse movido.
—Cierto, sin embargo yo lo sabia desde antes, porque te conozco hace mucho tiempo.
—No le creo.
—Pero lo harás.

Mis manos tiemblan así que las oculto en los pliegues de mi falda. Nada de lo que dice Bastian puede ser verdad, nadie puede ser tan distinto físicamente y no recordar haberlo sido. Todo lo que ha dicho carece de sentido, son solo disparates.

—He de regresar a mi boda. Me pongo de pie y emprendo el camino de regreso, escucho a Bastian seguirme de cerca pero no me vuelvo.
—¿Qué me dices del diente que te falta?
Eso me hace detenerme de súbito.
—No sé de que me habla
—Lo sabes, ¿nunca lo tuviste, cierto? ¿No salió uno nuevo porque nunca hubo uno, no es así?
—Tonterías.
—Es verdad, por eso nunca abres la boca por completo cuando ríes y por eso mismo tu risa sueña extraña, ahogada.
—¿CÓMO SABE TODO ESO?
—Porque te conozco o lo hice, cuando te conocí por primera vez eras Elise DeMolou, habías nacido en Francia.
—Imposible.

No, no y no. Me niego a creerle una sola palabra a este hombre. Esta mal de la cabeza,esta borracho, ha bebido más de la cuenta...

—No he bebido ni una gota de alcohol esta noche.
—¿Me ha leído la mente? ¡Eso es brujería! ¡Podría acabar en la horca!
—Hablabas en voz alta. Y a pesar de que hay muchas razones por las que podrían condenarme a muerte, la brujería no es una de ellas.

Bastian mira alrededor y cuando se asegura que estamos solos se acerca un poco más a mi.
—Puedo explicarlo todo, solo necesito que me escuches y que creas en mis palabras.

Sé que debería negarme, que lo más sensato seria alejarme de este hombre lo antes posible pero no puedo.
Porque algo me dice que esta diciendo la verdad, que no puede mentirme porque yo lo sabría.
El frío ha pasado a ser un problema insignificante frente a lo que presiento estará por venir si me quedo más tiempo al lado de Bastian.

¿Porqué mi corazón late más rápido a su lado?
¿Porqué no le temo a pesar de que es un desconocido?
¿Cómo sabe sobre mi diente y mi cicatriz?
¿Porqué siento que me conoce más que yo misma?
¿Cómo averiguó sobre los sueños y las alucinaciones?
¿Cómo, porqué y para qué vino a mi boda?
¿Porqué mis manos ansían tocarlo y mis labios acariciar los suyos como si fuese un amante perdido y recuperado después de mucho tiempo?

—Necesito respuestas.
—Las tendrás.

¿Qué hay de James? ¿Qué estas haciendo, Olivia?

Cedo a mis impulsos.

Creí enamorarme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora