Capítulo 14

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—Escucheme bien, señor LeFleur, me quedare y lo escucharé atentamente pero diga absolutamente todo lo que tenga que decir porque esta es su ultima oportunidad, tiene poco tiempo porque ya es tarde para mi ultimo baile de boda. Hable ahora.

Bastian me observa en silencio, parece querer reírse de mi pero mi expresión seria lo trae de vuelta a este instante, suspira y se acerca a mi para ayudarme a sentarme a su lado en una enorme roca.

—Al día siguiente fui puntual a la cita con tu marido, lo encontré en el patio, estaba ebrio cuando yo llegue pero él aseguraba encontrarse bien para hacer un trato así que le seguí, primero lo acompañe a su casa para que tomara su pipa, cuando entramos mi primer instinto fue buscarte con la mirada y como si fuera un deseo cumplido ahí estabas tu.
«Tu cabello oscuro caía suelto sobre tus hombros, usabas un vestido rojo de seda, tus hombros desnudos llamaban mucho mi atención, eso y tu escote, no por morbo sino por la cicatriz, tenias esa cicatriz, la conservabas al igual que yo y tuve que hacer acopio de todas mis fuerzas para no abrazarte y besarte ahí mismo. El vestido era largo y ajustado, eras simplemente hermosa. Bajaste la mirada, de pronto avergonzada al verme mirándote fijamente, así que fingí un ataque de tos para que tu marido no se diera cuenta pero, naturalmente, mi conducta no le pasó desapercibida y como todo macho decidió defender lo suyo, se acercó a ti y puso uno de sus brazos en tu cintura, no te alejaste y eso fue un golpe a mi ego, significaba que en verdad no me reconocías. Te ordenó ir a traerle una copa de vino y obedeciste al instante, sin decir nada. No, esa no podías ser tu, tu nunca abrías dejado que un hombre te manejara de esa manera, tenía que haber algo más, algo escondido, una amenaza. Decidí averiguarlo y fingí ser un desgraciado, necesitaba ganarme la confianza de tu marido, se notaba que era un hombre despreciable que gozaba de jactarse de su poder así que no fue difícil  "¿Y cómo logró hacerse de una hembra así?" me relami los labios logrando que el soltara una sonora carcajada
"Amigo mio, se apreciar lo bueno y cuando rente a esa mujer la quería solo para mi" no entendía a que se refería con lo de rentar pero tenia que saberlo así que seguí preguntando.
"¿Solo para usted eh?"
"Obviamente, es joven y bonita, además es una fiera, mi trabajo me ha costado amanzarla"
"Lo ha hecho bien, según veo"
"Oh si, hará lo que yo le pida, todo esta en la persuasión"
"¿Persuasión?"
"Una manera de decirlo, si no haces esto yo se lo haré a tu amiga, si no haces aquello lo pagara tu querida hermanita menor, ese tipo de persuasión" y allí estaba, esa era la amenaza, y tu como siempre haciendo lo posible para ayudar a los demás aun por encima de ti.
Unos momentos después regresaste con la copa y una botella de vino que tu marido te arrebató sin ninguna delicadeza.
"¿Porqué no le cuentas a nuestro invitado de tu vida cuando eras una puta, Katherina?"
Tus ojos y los mios se abrieron desmesuradamente pero yo fingi una sonrisa burlona.
"¿Te da vergüenza, cariño? Todos en el pueblo saben que antes eras una ramera y si el señor se instalará aquí pronto, se enterará"
"De hecho, tengo poco tiempo y me gustaría ver los terrenos" me puse de pie para salir y evitarte un mal momento.
Cuando tu marido se puso en pie para seguirme derramó la copa con el vino y tomandote de la nuca te obligó a arrodillarte, mojando la falda de tu vestido con el vino derramado.
"Limpialo bien" te ordenó y sin más me siguió fuera de la casa.

Montabamos a caballo camino a sus tierras cuando empezó a regodearse de muchas de las cosas que te había hecho.
"Fui el primero en sodomizarla" dijo con orgullo y yo casi me caigo del caballo por la furia que me llenaba con cada palabra que él decía.
"¿El primero dice?"
"En efecto, después se la preste a un amigo, por un muy buen precio"
Detuve mi caballo y vomite a un lado, escuchar como él hablaba de ti me estaba poniendo enfermo.
Mentí diciendo que algo me había caído mal. Me iba a marchar pero tuve una idea.
"¿Cuánto?" pregunte y tu marido me miro sin comprender, así que reformule mi pregunta "¿Cuánto quiere por ella, por su esposa? Le pido una noche"
Soltó una carcajada.
"No creo que pueda pagarla"
"Digame el precio y lo tendrá"
"¿Sabe que, señor? Usted me agrada, se la prestare gratis, para que la pruebe pero la siguiente costara lo doble de lo que cuesta realmente"
"Hecho"
Y el trato quedó hecho, esa noche yo regresaría a por ti y lo hice.
Pero tu no estabas muy contenta, cuando yo llegue tu marido te traía fuertemente por un brazo casi arrastrándote pues te negabas a caminar. En medio de gritos y risas de tu marido llegaron frente a mi y cuando te soltó intentaste correr pero él fue más rápido, tiro de tu vestido rompiéndolo un poco y después te dio una sonora bofetada que saco un poco de sangre de tu labio y te hizo caer.
Yo no estaba dispuesto a seguir viendo eso así que saque mi arma y le apunte directamente en medio de los ojos, pareció sorprendido y molesto pero no dijo nada cuando le mentí diciéndole que suficiente daño te haría yo y que si ya ibas inconsciente conmigo no habría diversión.
Se carcajeó otra vez y te lanzó hacia mi.
Yo no tenía caballo propio así que nos alejamos caminando, yo te tenía firmemente agarrada de un brazo, no quería hacerte daño pero tampoco podía dejar que escaparás, tenía que decirte la verdad.
A medio camino te tambaleaste, al principio creí que fingías pero después te desmayaste.
Te alce en brazos y me acerque a un árbol para posarte en un lugar blando.
Sin darme cuenta empecé a hablarte, no sabía si escuchabas, pero no podía dejar de hablar, te hable de Elise, de tu muerte, de como yo no envejecía, de la culpa que sentía cada mañana al despertar vivo y justo cuando comenzaba a preocuparme que no despertaras abriste los ojos.
Me miraste como hacia años nadie lo hacia, con amor.
"¿Bastian?" susurraste y un alivio enorme me recorrió.
Te sentaste sin importar el lodo que ensuciaba tu falda y tome tus manos entre las mías.
"Elise"
Y supe que lo recordadas.
"¿Cómo es posible?" preguntaste pero yo no tenía una respuesta, lo único que quería hacer era abrazarte, besarte y estar contigo.
El amor volvió a nosotros y fue como si el tiempo no hubiese pasado, me contaste de tus sueños, que por fin ahora entendías eran recuerdos.
"No me invitaste a tu boda" me queje medio en broma, una sombra cruzo por tus ojos pero sonreiste.
"Estas invitado a la siguiente"»

De súbito un frío extremo abraza mi corazón, es como una jarra de agua fría. Todo pasa por mi mento tan rápido que no soy capaz de procesarlo, me congelo.
—¡Dios mio! ¡Lo recuerdo todo!

Creí enamorarme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora