Malas noticias

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Pegué mi cabeza contra el volante repetidas veces, esto no podía estar pasándome, no hoy. Justo cuando creí que las cosas mejoraban, esto ocurre. Para ponerlos en contexto retrocederemos un poco.

-¡Vamos al muelle de la armada!- Un momento, no tanto.

- ¡Anda John! ¡Sube conmigo! – ahí está perfecto. Nunca me explayé en cuanto a la información de mis enfermedades, todos saben lo básico, el problema es que si le digo que no, ella intentará averiguar el motivo, por lo que la opción más viable es aceptar y rogar por mi vida.

- ¡Bien! ¡Tú ganas! – dio unos saltitos de felicidad mientras nos encaminábamos a la fila, ni siquiera tengo idea de cómo se llama este juego, por lo que parece son especies de columpios que dan vueltas hasta vomitar.

Esperamos pacientemente a que la dichosa fila avance, si bien no era enorme, había mucha burocracia por parte de los trabajadores, ella estaba tan emocionada por subir, sus ojos la delataban, no podía decir lo mismo de mí, tenía muchísimo miedo de que algo ocurra. No es tanto de que tenga un ataque justo en pleno juego, pues sé que emergencias vendrá, lo que realmente me preocupa es cómo explicarle a Mack mi problema, luego el interrogatorio de mis padres, por último mi castigo de meses en el hospital.

-¿John? – me perdí totalmente pensando en mis posibilidades que no me di cuenta de que ella me estaba hablando. Sus mejillas estaban sonrojadas levemente, la verdad no entendía el por qué.

- Dime – puse mi mejor sonrisa para que se atreviera a contarme lo que ocurría.

- ¿Será que podrías prestarme dos dólares? – me asombré cuando lo preguntó, en realidad no pensé que se avergonzaría por pedirme dinero. Al parecer mi silencio de unos segundos la inquietó peor - ¡Te lo devolveré todo mañana! – se apresuró a decir, solo pude reír por su vergüenza.

- No te preocupes, hoy yo invito – me sentía orgulloso al decir eso, es una ventaja de tener dinero. Puedes darte el lujo de invitar a las chicas que quieras, a algunas (como Carla) solo te buscan por esa razón, otras (Mack) se sienten avergonzadas por pedirte dos dólares, creo que es lo que más me gusta de ella.

- Gracias John – dio un sonoro beso en mi mejilla, me recordó a mi mamá, solo espero no tener labial, eso no le agradará a la señora. Estaba claro que no podía ilusionarme con Mack, así que lo mejor que puedo hacer es reírme de estas acciones, tomar sus gestos con cariño, pero el de amigos, no malinterpretar nada.

- De nada princesa – no es algo raro llamarla de esa manera, de hecho desde que nos volvimos amigos, la llamo así. Me prometí a mí mismo que hoy todo volvería a la normalidad, pasé mi brazo izquierdo por sus hombros atrayéndola más a mí.

Fue corto el tiempo que restó, le entregamos el dinero para subir al juego, nos acomodó el cinturón correctamente para luego cerrar las puertas de acceso. Me agarré de la baranda lo más fuerte que pude, podía ya sentir mi corazón latir, el ritmo no estaba en mis rangos de normalidad. Respiré tal cual embarazada antes de dar a luz para calmar un poco mis nervios, increíblemente funcionó por unos segundos, pues al comenzar la aventura volvió a ocurrir lo mismo. Me planteé una cosa, ¿por qué no ser feliz una vez? Siempre estoy viviendo estresado por lo que puedo y no hacer, jamás fui a Disney porque estaba prohibido, ya basta de ser un niño, si muero, al menos que sea riendo. Dejé mis temores de lado para sentir el aire chocar contra mi rostro, era tan relajante, podía escuchar las risas de los demás, sus gritos, sus alegrías, eso es lo que yo quiero. Vi lo alto que estaba y sonreí, me gusta sentirme poderoso, por algún motivo los seres humanos relacionamos la altura con el poder, como cuando eres niño, siempre estás comparando tu altura con la de tu amigo, solo porque tú quieres ser el más alto, ahí crearás una falsa idea del poder.

¿Dónde está mi alma?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora