¿Dónde está mi alma?

Cuatro adolescentes en L.A.

No lo puedo creer, tengo mi boleto en mano, mis maletas ya están en el jet de la familia, enserio vamos a irnos a Los Ángeles, no entiendo a la perfección mis sentimientos, pero sí sé que la pasaremos genial. Tengo algo de miedo, pues es la primera vez que viajo solo, mis papás no pueden acompañarnos, sin embargo mandaron a choferes y guardaespaldas para que estemos protegidos las veinticuatro horas.

Logré solucionar el malentendido con Aaron, de una manera muy sencilla, le detallé a grandes rasgos el porqué de mis decisiones, también relaté mis últimas experiencias. Él ya estaba en su casa, a decir verdad, el plan con Axel de ir hasta L.A se vieron retrasados casi dos semanas, debido a que si queríamos viajar el tiempo más largo posible, debíamos adelantar exámenes y trabajos prácticos. En todo el lío se perdieron esas semanas, pero no importa, ya estamos a solo unas horas de estar juntos los cuatro.

Personalmente detesto los viajes largos, pues mientras todos se duermen como osos en madrigueras, yo simplemente me quedo viendo las nubes, los primeros viajes eran divertidos, pero con el tiempo he ido generando aburrimiento por ellas. Axel, al igual que ustedes, se duerme en menos de dos minutos en un viaje. Una de las ventajas de tener un avión privado es que te atienden como en casa, me sirvieron champán (mi padre no puede enterarse). ¡Hasta me dieron un "crème brûlée"! Es uno de mis postres favoritos, pero no pienso describírselos, búsquenlo en su ordenador, para eso lo tienen.

(...)

¡Por fin! Ya aterrizamos en tierra cálida, el clima era impresionantemente caliente, o al menos lo sentía así, tal vez se deba a que venía de un lugar más frío, ni siquiera salimos del avión y ya se sentía la humedad. Nos quedamos unos minutos dentro del transporte esperando que pusieran la escalera, puesto que nuestro auto ya estaba abajo para salir directamente sin tener que toparnos con algún periodista.

¡Mi papá contrató cuatro policías! ¡¿No les parece demasiado?! Ni que fuera él, es muy exagerado, entiendo que se preocupe porque viaje solo, pero es que enserio se pasó. Sólo veo tanta seguridad cuando mi papá o mi mamá llegan a algún lugar, sin embargo, no hay nada que pueda hacer.

Había olvidado algunas cosas de esta ciudad, los nombres de algunas avenidas, pero seguía siendo igual de hermosa, incluso más, de cuando la dejé. El movimiento a estas horas de la mañana era impresionante, los coches se movían a 100 millas por hora, por suerte nuestro hotel quedaba bastante cerca de la casa de los inválidos. Ambos vivían en Beverly Hills, es una de las zonas más linda de este estado. Es algo pretensiosa y creída, sin embargo, eso no le quita su belleza. Nuestro hotel era The Beverly Hills, el cual siempre reside a mi familia en su llegada, por lo que no dudaron en establecer una habitación para nosotros.

-¡Está más lindo que antes! – Axel observaba como un niño por la ventana, sus ojos bien abiertos y las pupilas dilatadas por la emoción. Hasta el día de hoy no me había dado cuenta de que él se parece bastante a su hermana mayor Ashley, quien es una de las mejores amigas de mi hermana. Ambos tienen el color claro en el cabello, sin llegar a ser rubios, sino más bien color tierra, la forma respingada de la nariz y unos ojos verdes cómo los de los gatos. Ahora que lo pienso, sí son bien parecidos.

- Pues sí, creció bastante – dije riendo, las expresiones de Axel son bastantes graciosas, si tan solo pudieran verlo, me entenderían.

- ¡Saldremos todas las noches! – no sé cómo serán las cosas en tú país, pero en el mío, a los dieciséis es normal ya haber estado intoxicado, ya no ser virgen y haber dejado tu hogar. Bueno no, estoy exagerando, solo que las cosas son muy liberales, los papás no ponen mucha resistencia a las decisiones de sus hijos. No les voy a negar que tengo curiosidad de saber cómo es estar ebrio, sin embargo, también tengo miedo de lo que pueda ocurrir. Axel y Kylie ya tuvieron su primera borrachera, dijeron que es lo mejor de la vida, es estar en otro nivel, dicen que ya no se arriesgan a hacerlo, debido a que también tienen miedo por su salud.