Desahucio

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¿Cómo todo puede pasar tan rápido? Mejor dicho. ¿Cómo asimilaré esto? Kylie es parte de mi familia, he crecido a su lado, lo vi en sus peores momentos, pero no puedo asimilar esta noticia, es mucho para mí. Él era la persona con más esperanzas para vivir, los médicos le decían que tendría una vida normal, que su enfermedad no se desarrolló lo suficiente como para que se preocupen. ¡¿Por qué mienten de esa manera?! ¡¿Cuál es el punto de hacerle creer a un niño inocente que vivirá como cualquier otro?! Si desde el principio le hubiesen dicho las probabilidades de vida, pues nos hubiésemos alistado para recibir el anuncio, estaríamos preparados para dejarlo descansar en paz.

Esa noche no dormí ni un minuto, toda noche me quedé mirando el techo de mi habitación, a ambos lados mis papás estaban abrazándome, sin embargo, ellos sí pudieron dormir. Al día siguiente las cosas seguían igual, me negaba a soltar una palabra, ellos trataban de hacerme hablar, de levantarme de la cama, sus intentos fueron en vano. Me rogaban para que hablara, el problema es que no saben que la única palabra que se me viene a la mente es "muerte".

-Anda hijo, dinos algo – esta situación me llevaba a dos años atrás, ubicado en la camilla del hospital después de recibir la noticia de Sean.

- ¿Quieres acompañarme al trabajo? – mi papá acomodaba mi cabello retirándolo de mi frente con una de sus manos, mientras que con la otra acariciaba con suavidad mi antebrazo. No hacía contacto visual con ninguno, pues conocía a la perfección sus rostros, llenos de compasión.

- Ve a trabajar amor, yo me quedaré con él – ustedes se preguntarán por qué simplemente no me dejan solo ¿verdad? Pues la última vez que lo hicieron estuve al borde de tener un paro cardiaco.

- ¿Segura? – la ventaja de que mi madre tenga el empleo de ser una ejecutiva, es que fácilmente puede faltar a su trabajo sin avisar, pues es algo independiente. Mi padre por el otro no puede dejar su trabajo sin avisar a mis tíos con anticipación.

- Sí amor, ve tranquilo – por último le dio un beso antes de darme uno a mí, luego salió acomodando su traje.

- Bien enano, tenemos que desayunar – sé que puede que les parezca algo torpe de mi parte, pero no quería escuchar a nadie, así que me giré dándole la espalda a mi mamá, solía entender que esa es mi manera de decir que me dejen solo. – No funcionará esta vez John. Levántate de la cama – cubrí mi cara con las frazadas cosa de que se dé cuenta de que enserio quiero que me dejen en paz.

Tal parece que sus intentos de hacer que me levante se quedaron ahí, pues salió de mi habitación sin decirme nada más. Volví a mi posición anterior, en la cual mi única distracción es el techo, lo curioso es que éste tiene una vista de las estrellas, las pintaron especialmente para mí. Verlas me hace recuerdo a mi infancia, es más, a un recuerdo en específico. Tenía diez años, vivíamos poco tiempo en la casa, sin embargo al ser un niño cada día me encantaba más. Un día vino Kylie a jugar, al ver toda mi pintura imaginamos que seríamos futuros astronautas, que viajaríamos a la luna, con algunos cartones creamos nave espacial, unos cascos y unas espadas para protegernos si viéramos nuevas especies. Fue uno de los mejores días de mi infancia, ninguno en la clínica, solo preocupados por ser felices, por vivir como nos lo merecemos. Con ese recuerdo me fue imposible no volver a llorar. ¡No quiero que se muera!

Sentía que alguien se acostaba a mi lado, al principio pensé que era mi madre, pero su perfume no era el de una mujer, además, reconocía el aroma. Era Axel, él me estaba abrazando, por un momento me sentí comprendido, alguien aquí no sentía compasión, sino sentía exactamente lo mismo; rabia; enojo; e impotencia.

-¡Haz que pare! – grité sobre su hombro.

- Si pudiera, lo haría, enserio que lo haría – dijo con una voz suave, para que después de pocos segundos se convirtiera en llanto.

¿Dónde está mi alma?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora