Primer día

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No creí que algún día me vería de esta manera frente al espejo y muchos menos a estas horas de la mañana, después de aquella pelea con mi papá y haberle puesto frente sobre lo que quiero, evite volver a levantarle la voz de nuevo, incluso era más sumiso ante lo que me decía y no ponía objeción alguna. Ayer antes de acostarme él entró a mi habitación con una caja, dentro de ella había un uniforme del colegio al que iban mis hermanos junto a unos zapatos y una mochila, cuando vi todo me puse feliz y lo abracé fuertemente mientras observaba todo lo que había sobre mi cama, claro está que él puso sus reglas y me advirtió que si las desobedecía, me sacaría sin lástima y no me dejaría volver a salir de mi casa. Para mi suerte sus reglas solo se basaban en llamar o avisar a alguien cuando me sienta mal y proseguir con el protocolo de primeros auxilios.

Me miraba en el espejo tratando de descifrar cómo se hacía un nudo de corbata y es que en mis años de vida jamás hice uno, no me frustraba el no poder hacer un nudo, ya que mi felicidad por ingresar al colegio y tener una vida era mucho más grande. Decidí dejar la corbata para el último ya luego le pediría ayuda a mi papá o a Fede con esto, salí de mi habitación y esta vez bajé por las escaleras, al llegar a piso de mi hermana la vi saliendo de su habitación con el semblante serio que la caracteriza y con su bolso en mano, ella me miró con una ceja levantada y estiró su mano para que la sujetara, es como una costumbre para ella que agarren su mano mientras bajas las escaleras. Mi teoría de que las mujeres están locas lo confirma ella sola.

-¿Emocionado?

- A decir verdad, sí. Aunque tengo un poco de miedo – ella solo me dio una pequeña sonrisa antes de dar un beso en mi mejilla. Lo que sí puedo rescatar de Savannah es que es muy sobreprotectora conmigo y a pesar de su carácter tan seco y frío, se preocupa demasiado por lo que pasa en mi vida.

- Si tan solo se les ocurre molestarte, no vivirán para contarlo – no entendía cómo es que mi hermana era codiciada por tantos chicos con ese carácter tan apagado y con tantas amenazas que lanzaba.

- Estará Martín junto a mí, espero que nos toquen las mismas clases – dije mientras bajábamos las escaleras. Mi hermana volcó sus ojos y me reí por como reaccionaba ante la mención de mi primo.

- Ese niño tiene problemas serios, no entiendo cómo es que aún no está con psicólogo – cuando ella habla es como si lo que dijera la aburriera y jamás entenderé de dónde sacó ese carácter, porque mi mamá es muy amena y alegre con la vida, mi papá ni que decirse, hasta diría que es más alegre que mi madre y Federico, bueno es él.

- Tú tienes problemas serios – dije riendo y ella asintió dándome la razón.

En poco tiempo llegamos a la cocina donde todos estaban tomando el desayuno, al parecer solo faltábamos Savannah y yo, mi madre estaba vestida casualmente y eso me extrañó un poco, ya que siempre vestía como una ejecutiva de Wall Street y eso solo podía significar una cosa, iba a viajar.

-Tomen asiento – dijo mi papá y ambos le hicimos caso, mi hermana, como siempre, se sentó al lado de Fede y yo al lado de ella, mis papás estaban al frente y ambos sonreían, no entendía bien el por qué, pero al parecer despertar un lunes a las cinco de la mañana, los ponía de buen humor.

- Señora Webson, su equipaje ya está dentro del auto – dijo uno de los mayordomos entrando a la cocina, mi madre solo asintió y se levantó del asiento para despedirse de cada uno. Primero fue donde mi hermano y él, junto a Savannah, tenía una sonrisa en la cara.

- No quiero que destruyas la casa, compórtense y les traeré algo bonito de Milán – mis hermanos asintieron como si fueran unos verdaderos ángeles, aunque todos sabían que eran los mismísimos diablos.

¿Dónde está mi alma?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora