*Narra Samantha*
Son las nueve de la mañana, Arriane y yo nos quedamos dormidas en el sofá. Supuestamente íbamos a ver una película, pero nos tragamos más publicidad que otra cosa. Me despierta un sonido repetitivo que me martillea la cabeza. Doy manotazos por la pequeña mesa que hay junto al sofá buscando el móvil, pero cuando estoy frotándome los ojos con las palmas de la mano me doy cuenta de que el sonido martilleante no es la alarma del móvil; es el timbre. Me levanto de un salto haciendo que la cabeza de Arriane, la cual estaba apoyada en mí, rebote en el sofá. Suelto una carcajada al verla y salgo corriendo a abrir la puerta, mientras ella hace ruidos extraños que supongo que son de queja.
-¡Bueen...! -Empiezo a decir al abrir la puerta, pero al ver el careto de Ian se me quitan las ganas de darle los buenos días.
Entra en casa cerrando la puerta él mismo y camina hacia la cocina sin mediar palabra. ¿Se puede saber que mosquito le ha picado? Ruedo los ojos y me estiro las mangas de la camiseta cubriéndome las manos por completo, me encanta hacer eso. Voy a la cocina y me encuentro a Ian sentado en uno de los taburetes comiéndose un tazón de leche con cereales.
-¿Hola? Llamando al señor parásito. -Enarco una ceja cruzándome de brazos.
-El señor parásito está demasiado hambriento, cambio y corto. -Hace un ruidito imitando a un walkie talkie antes de volver a meterse una cucharada de cereales en la boca.
Dejo caer mis brazos riendo y abro un cajón de la encimera cogiendo una cuchara.
-Bueno, ¿Has traído el aparato? -Me siento enfrente suya.
Asiente con la cabeza sin dejar de comer y cuando da la última cucharada vuelve a llenar el tazón de leche. Cuando termina de llenarlo le quito el tazón y le pongo cereales.
-¡Eh! -Se queja y mete su cuchara en mi tazón, llenándola lo máximo posible.
-¡Son MIS cereales! -Grito riéndome y no le dejo acercarse al tazón de nuevo.
-Vale, vale... -Bufa y se agacha para coger algo.- Aquí está el cacharro de tu novio, o lo que sea. -Masculla y deja un maletín marrón encima de la mesa.
-Gracias... -Susurro y dejo el tazón en la mesa, prestando toda mi atención al maletín.
-¡Oh, cereales! -Exclama Arriane, que acaba de entrar a la cocina.
Se toquetea el moño, se coloca los pantalones, y en un abrir y cerrar de ojos el tazón de leche está en las manos de Arriane, antes de que Ian pueda volver a cogerlo. Las dos nos reímos al ver su cara de empanado y Arriane se sienta a nuestro lado.
*Narra Eryx*
Estoy sentado en una de las camas de la habitación de invitados, en la otra cama está Oneo, durmiendo como un bebé. Mmm, bueno... Un bebé enorme que en vez de llevar pañal lleva bóxer y que abraza su almohada como le fuera la vida en ello, pero un bebé de todas formas. Se me ha ocurrido un gran plan para despertarle de buen humor esta mañana; así que, me levanto de la cama intentando no hacer ruido y salgo despacio de la habitación, veo que Rufus está corriendo hacia mí y lo cojo en brazos tapándole la boca.
-Ssh, vamos a despertar a Oneo... -Le susurro, y me siento estúpido por hablarle a un perro, pero cuando quito la mano de su hocico no emite ningún tipo de sonido.
Bajo las escaleras con Rufus y cuando estamos en el piso de abajo lo dejo en el suelo, camino hacia la cocina y Rufus sigue mis pasos. Al entrar a la cocina veo a Ana, está cocinando algo que huele genial. Se da cuenta de mi presencia porque mi estómago suelta un rugido y noto mi cara arder de la vergüenza.
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Oneo
JugendliteraturDeja que te cuente una historia, que seguramente te parecerá increíble. Todo lo que te voy a contar, no ocurre en una típica ciudad americana ni en un paradisíaco lugar donde reina la paz. Estas cosas cuando ocurren de verdad siempre pasan en lugare...