Capítulo 13

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Arriane y yo salimos corriendo del coche, no nos queda otra. Esquivamos a la gente lo mejor que podemos o bueno, lo mejor que puedo... Porque ella parece que lo hace sin dificultad y con elegancia. En cambio yo, parezco un pato mareado en mitad de un terremoto. Se gira buscándome y cuando me ve, entre la masa de gente, retrocede hacia mi posición para agarrarme del brazo. Tira de mí y me obliga a correr más deprisa.

Entramos al edificio y Arriane pulsa el botón del ascensor repetidas veces sin dejar de vigilar nuestras espaldas, mientras yo intento recuperar el aire que me han robado. Estoy apoyada en la pared, con las manos en mis rodillas y cogiéndo aire como si se fuera a terminar.

-¡Vamos! ¡Nos va a pillar! -Vuelve a cogerme del brazo y me mete dentro del ascensor.

Me froto el brazo cuando me suelta y la empiezo a asesinar en mi mente.

-¿En serio tenían que cortarse hoy las carreteras? -Refunfuño.

-El caso es que tú siempre llegas tarde...

La puerta del ascensor se abre y corremos hacia la sala de reuniones.

El señor Ramirez entra en mi campo de visión, empiezo a temerme lo peor, pero Ru nos salva el culo. Aparece de repente y nos guiña un ojo poniéndose delante de él. No presto atención a la excusa que le está poniendo, solo me limito a entrar en la sala y suspirar aliviada.

En cuanto nos sentamos entra Ramírez. Arriane y yo cruzamos miradas con los compañeros de la empresa; algunos nos guiñan el ojo, otros reprimen una sonrisa y un par de ellos intentan disimular lo mejor que pueden. Aunque se podría decir que disimular no es lo suyo

-Vaya, veo que tenéis un ambiente de misterio por aquí... Lo siento por llegar casi media hora tarde, no os quería hacer esperar, pero han habido problemas con las carreteras. -Dice Ramírez mientras deja su chaqueta en el respaldo de la silla central y se sienta.

Arriane hace el amago de reírse, pero le pego una patada por debajo de la mesa.

Me mira mal, aunque se limita a reprimir el dolor con una sonrisa.

-Vale, pues comencemos la reunión... -Ramírez apoya sus manos entrelazadas en la mesa, mirándonos de reojo.

***

Sábado; Somosierra.

Terminamos de subir la cuesta que nos lleva a la supuesta casa de Ángel.

Fran no ha encontrado nada sobre la vida de Ángel, e Ian y yo estamos cansados de esperar. Quiero descubrir quién es y terminar con esto de una vez por todas, ya no me importa si es el de las fotos o no, solo quiero saber con qué clase de persona he estado hablando.

Ian me mira y le leo la dirección completa. Ladea la cabeza indicándome una calle y le sigo.

Llegamos a una casa blanca, creo que tiene tres pisos y en las ventanas de arriba rebosan las macetas. Seguimos un caminito de piedra que nos adentra en una pequeño jardín. Me adelanto a Ian y toco a la puerta. Siento que mi acción ha sido muy precipitada, pero ya no importa.

En cuanto Ian se encuentra a mi lado, la puerta se abre.

Lo primero que veo es una mancha marrón y enorme que intenta salir por el pequeño hueco que ha dejado la puerta al abrirse y sin dejar de ladrar. Pego un salto del susto, escondiéndome detrás de Ian.

-Perdonar... -Dice una voz cansada.

La persona abre del todo la puerta mientras agarra al perro.

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