Luego de obedecer la orden de su padre y llevar a Suyin a la carpa médica dónde esperaba Kya, él volvió a la zona del derrumbe tan rápido como le fue posible. Dónde gracias a los espíritus y por suerte para él, Mako también había sobrevivido a la explosión en el estrecho valle provocada por los seguidores de Zaheer. Así era, solo su arquero y otros pocos nada más habían vivido para contarlo. Lo cual provocó en Korra apretar su mandíbula lleno de furia mientras admiraba detalladamente toda la envergadura del desastre, fueran unos cuantos o muchos los sepultados se trataba de una parte de sus guerreros los que yacían allí bajo tierra y rocas. Algo extra de rencor que sumar a la rabia que el bárbaro y su grupo de criminales se habían ganado por parte de él, la mayoría del sur y medio mundo. Porque hablar de totalidad sabiendo que quedaban traidores en el sur apoyando a Zaheer, Aiwei como uno probable de Zaofu y los desconocidos del resto de las naciones, no era acertado.
Mako había salido de un agujero taponado por una piedra la cual había sido removida por guerreros del sur. Sobrevivido por haber sabido ubicarse al momento de la avalancha y luego de quedar atrapado sin mucho oxígeno, regular su respiración, no entrar en pánico y confiar en que su señor tarde o temprano daría la orden de sacarlo de ahí, que buscaría ubicar su olor y que aún seguía con vida apenas le fuera posible. Porque la más grande lealtad de un seguidor a su líder es la fé. La confianza ciega que invierten en esa persona a la que juran lealtad y trabajo. De no haber sido por eso, además de su temple como guerrero y quizás un poco de buena fortuna, el arquero hubiera muerto al igual que la mayoría del resto, aplastado por piedras con sus órganos y cráneos machacados o ahogado por la tierra metida en el fondo de su nariz, boca y oídos. Asesinado por la claustrofobia que genera hiperventilar el limitado oxígeno en medio de la oscuridad del peso de la muerte al perder la calma.
A los guerreros del sur, soldados de Zaofu y hombres de Ciudad República que se les ordenó quedarse tratando de sacar a Tenzin, su familia y al resto de los nómadas aire de la cueva dónde supuestamente habían sido arrastrados al momento del derrumbe, se les prohibió rezongar demasiado. Sobre todo a los del sur. Dado a que se suponía que estaban ahí para vengar a su tribu y clavarles sus espadas a los bárbaros, no para labores de rescate con las manos desnudas y sin mucha luz a su favor más que de ciertas lámparas de aceite de roca y antorchas. Aunque, el querer rescatar con vida a sus camaradas sobrevivientes era un sentimiento igual de importante y común en todos. En una manada a ningún miembro se le abandona u olvida. Todos son importantes y forman parte de la jerarquía, del grupo, de la familia. Con esa ideología educaban las tribus agua a sus guerreros. Un poco romántica para tratarse de duros individuos de guerra, pero efectiva.
Guerreros y soldados a los cuales también se les pidió mantener el campamento tras el valle donde se habían establecido con anterioridad para espiar a Zaheer antes de que todo el derrumbe sucediera, la idea era conservar un punto fijo médico y de comunicación con apoyo de aves mensajeras o enviados presenciales para, a pesar de la distancia entre el fragmentado ejército, estar informados. Algo conveniente y directo para transmitir el éxito del rescate o cualquier otro inconveniente con los reclutas suicidas que acompañaban a los nómadas aire dentro de la cueva. Además de que, por la gran cantidad de heridos Tonraq no dudó en solicitar traer a Hama al campamento para apoyar a Kya. Porque atreverse a sacar a Katara del sur se trataba de un movimiento peligroso y arriesgado, la curandera mayor era muy valiosa para las tribus agua y las cuatro naciones en general.
Sin embargo, lo complicado de la situación también era que dejar a todo ese grupo de guerreros y soldados atrás les restaría mucho poder a la avanzada principal, batallón armado de dos compañías que equilibraba el total de la unidad militar, la cual desde un principio no había sido multitudinaria. Por lo que ahora, por la reducida cantidad de hombres a los que sí se les había dado la disposición de seguir, a duras penas eran capaces de formar una compañía militar y Tonraq no podía solicitar más venida de guerreros del sur por seguridad de su pueblo. Pero, por orgullo y fuerza bruta estaban más que calificados. Duros Jefes de sus pueblos, una orgullosa Matriarca y un príncipe capaz de darlo todo por alcanzar su objetivo eran los líderes que inspiraban a mansos gatitos a convertirse en leones capaces de mostrar sus garras y colmillos.

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La Bestia del Sur
Любовные романыAsami, una Omega que no actúa como tal y está comprometida en matrimonio, es arrebatada del brazo del compromiso por su mejor amigo Korra. Un Alfa que se convertirá en su esposo y su salvación para darle alas, o no. [KorrAsami]