Mientras Lucius se encontraba ya de camino a Italia, su mente solo pensaba en el extraño comportamiento de Narcissa. Él sabía que su esposa jamás le sería infiel. Mas su forma de actuar la delataban, algo se traía entre manos, algo realmente grande.
Pero Lucius confiaba ciegamente en Narcissa, así que como pudo apartó todas sus inseguridades y comenzó a ponerse manos a la obra en el trabajo, decidido a adelantar lo máximo para poder regresar a casa lo antes posible.
Al día siguiente, Lucius se encontraba muy cansado y le dolía todo el cuerpo, con mucho cuidado y fuerza de voluntad se levantó. Con mucha lentitud llegó a la puerta de su baño y la abrió. Entró en el baño, conjuró un accio y su varita voló hacia su mano. Cuando la tuvo en su mano, conjuró un reloj y al ver la hora solo atinó a ir a la ducha. Su mente de vez en cuando pensaba en todo lo que pasaba con su esposa, llegando a la conclusión de que lo mejor era no meterse en lo que sea que planeara Narcissa, bueno, mientras no se lo pidiera. Con esta idea salió de la ducha y se vistió para desayunar, con el cuerpo aún adolorido, pero más relajado.
Sin demasiado ánimo ni prisa, bajó las escaleras para dirigirse al comedor y ordenar a sus elfos que le sirvieran el desayuno.
Por otra parte, Narcissa dormía plácidamente, lo que sea que hubiese hecho la noche anterior, le adsorbió mucha energía. Unas muchas horas después se había despertado, pero con un dolor horrible en cada célula de su cuerpo, aunque su cabeza era sin duda lo que más le dolía, le daba tumbos y se encontraba muy mareada. Como pudo, llamó a Dobby, uno de sus elfos domésticos, y le pidió que le llevara el desayuno a la cama, junto con una poción para el dolor de cabeza. –Dobby, tráeme el desayuno y tráeme también una poción para el dolor de cabeza– Dobby asintió –Sí, mi ama–
Sin más, desapareció con solo un "plof".
Narcissa volvió a quedar sola en su habitación, su mente estaba borrosa, sin recuerdos claros sobre lo que pasó la noche anterior. Como pudo, se volvió a acomodar en su cama y, cerrando los ojos, hizo el intento de recordar todas las instrucciones que había recibido para lograr que el embarazo se cumpliera sin complicaciones.
–Escúchame muy bien, Narcissa, para que puedas quedar en cinta deberás cumplir con lo que te ordeno– Una dulce voz retumbó sus oídos y comenzó a recordar. La voz era dulce, pero imponente de la mujer; recordó cómo se tuvo que tragar el orgullo y contestar con un asentimiento de cabeza.
–Es importante que sepas que no te daré al niño, será tu marido quien te preñe. Solo haré que seas fértil una vez. No vas a tomar nada que no sea alimento y agua, porque eso dificulta el embarazo y solo necesitas un par de meses para que te quedes en cinta–. Narcissa abrió los ojos en grande –oh, por Merlín— susurró.
El elfo Dobby llegó justo cuando Narcissa tomaba otra vez una postura adecuada para desayunar. –Mi ama, Dobby trajo lo que le ordenó– Narcissa tomó la bandeja que le fue entregada, todavía algo consternada –Dobby llevó la poción– Dobby confundido, tomó la poción de nuevo –Pero mi ama...– Narcissa lo interrumpió –¿Me estás cuestionando?–
Dobby agachó las orejas dando se cuenta de su error. No es que quiera regañar al pobre elfo, solo le dolía la cabeza y no podía soportar a nadie así –No mi ama, Dobby se plan...– Narcissa lo interrumpió haciendo un gesto con su mano –Solo vete, elfo tonto– el elfo desapareció de la vista de Narcissa, estaba de muy mal humor y su dolor de cabeza la tenía muy agobiada.
Solo comenzó a comer, tragándose todas las maldiciones que quería decir y gritar. Al terminar su desayuno, su dolor había disminuido considerablemente, aunque el dolor seguía estando presente. Se levantó de la cama dispuesta a tener un día lo más productivo posible. Preparada a apartar su mal humor, se dirigió a la ducha. Hoy quedaría con la señora Parkinson, la señora Zabini y la señora Nott. Necesitaba salir, despejarse y prepararse mentalmente para avergonzarse cuando tuviera que pedirle "eso" a su esposo. Con el rostro enrojecido de pensar en la situación, llegó a la puerta del baño.
Cerró la puerta tras de sí y caminó hasta el centro de la habitación, y poco a poco se fue desvistiendo. Cuando quedó completamente desnuda, entró en su ducha. Encendió la regadera y dejó que la ducha comenzara a llenarse, se sentó en un borde y cerró los ojos con fuerza, mientras siente cómo el agua empieza a subir por su cuerpo lentamente. Con una sensación de paz y ya olvidando el dolor que acompañaba a su cuerpo.
Narcissa comenzó a vagar por sus pensamientos, el día de su boda o el día que se enteró de que se casaría con el hombre que quería o el día que Lucius le confesó sus sentimientos. Pero malos recuerdos llegaron también, como cuando Narcissa se enteró de que Bellatrix se casaría con Rodolphus Lestrange o como cuando su esposo tomó la marca tenebrosa. Abrió los ojos y su vista era borrosa, seguramente por todas las lágrimas que acumulaban sus ojos. Narcissa se hundió en la bañera y cerró los ojos. Fue entonces cuando vio toda su vida, pero a cámara lenta. Su cuerpo pesaba y con los segundos sus pulmones ya echaban en falta el oxígeno, pero no hizo más que sentir cómo se ahogaba lentamente. Para su sorpresa, sintió claramente cómo un brazo la tomaban por los hombros y con algo de fuerza la levantaron.
Narcissa rápidamente comenzó a respirar de forma errática, abrió los ojos para ver quién fue quien en teoría la había salvado, pero no encontró nada, no encontró a nadie. Algo confundida, terminó de ducharse con prisa, decidió que lo mejor sería agua fría, ya que esta la despertaría, ya por completo.
Salió de la ducha y se envolvió en una toalla. Caminó descalza hasta su gran ropero y tomó unos pares de ropa y regresó al lugar donde estaba la cama. Ya allí colocó las túnicas sobre la cama. Narcissa era muy crítica a la hora de la moda y, por lo tanto, no era de elegir cualquier cosa para vestirse. Pasados ya unos 15 minutos, Narcissa optó por una hermosa túnica de color negro y plateado con algunos detalles de color verde. Se vistió y se maquilló el rostro, algo sutil, odiaba llevar demasiado maquillaje. Ya lista, se miró al espejo, no era por ser egocéntrica, pero se vio espectacular. Con una sonrisa en el rostro se encaminó a su salón, ya allí se comunicó con sus amigas por red flu.
Las tres quedaron en que primero irían a la Malfoy Manor y que de allí ya irían al callejón Diagon. Narcissa ordenó a una elfina que preparara té y pastas, ya que tenían visita. La elfina de inmediato se puso manos a la obra, no sin antes despedirse de su ama.
Narcissa por mientras preparo la mesa y el recibidor, lo cual fue solo colocar pequeños detalles. Al terminar, se convenció de pasear por su gran jardín. Cuando estuvo a punto de entrar a su invernadero, un elfo la notificó de la llegada de sus amigas, con una sonrisa Narcissa le ordenó que las hiciera pasar. El elfo asintió y desapareció. Narcissa caminó de vuelta al recibidor.
Sin duda, ese día sería solo de ellas.
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Luna quiere ser madre
FanfictionTonto el que no entienda Cuenta una leyenda Que una hembra gitana Conjuró a la luna hasta el amanecer Llorando pedía Al llegar el día Desposar un calé "Tendrás a tu hombre, piel morena" Desde el cielo habló la luna llena "Pero a cambio quiero El hij...