Byakuya Togami le indicó la silla que había frente a su escritorio con ambas manos.
—Toma asiento. Permiteme terminar de firmar un par de papeles y enseguida estoy contigo.
Nagito se sentó, agradecido de poder dar un respiro a unas piernas que flaqueaban.
—Makoto acaba... de llamarme su amigo.
—Sí. Yo también estaba aquí.
El rubio tomó asiento a su vez y tomó su birome para continuar con su trabajo. Nagito se recostó contra el respaldo de la silla, agarrándose los brazos para detener el temblor. Repasó mentalmente la conversación.
—¿Qué cree que ha querido decir con eso de “no dejarlo de perseguir”?
—Seguramente que no le apetecía que lo persiguieras y pensaras que no se da cuenta. Ya sabes, porque evidentemente lo persigues, o al menos lo hace tu suerte.
Nagito se mordió el labio. Decidió que aquellas palabras resonarian en su interior como un eco, que se le quedarían grabadas.
—Fuhito Kirigiri ha muerto— dijo el albino, buscando algo diferente en que entretener sus pensamientos.
—Así es. Kyoko era muy unida a su tutor, aunque supongo que lo sabes, después de todo fue uno de sus rehenes en Ciudad Towa.
Nagito bajó la vista.
—Te engañaría si le dijera— prosiguió Togami, aún con su atención sobre los papeles —que en ciertos momentos no he acariciado la secreta esperanza de descubrir un día que un accidente ocurrió en su isla y que todos ustedes murieron. Y sin embargo, las actuales circunstancias sólo me permiten agradecer que ustedes están presentes y dispuestos a trabajar por un antídoto.
Komaeda asintió con la cabeza, y le facilitó la lista de los suplemento que Hajime necesitaba cuándo Togami estiró su mano en su dirección.
—Togami, si usted desea verme muerto, y lo entiendo ¿Porqué no simplemente revela mi paradero una vez encontremos la cura?
El rubio frunció los labios, pero no levantó la vista de la lista que ahora examinaba atentamente.
—Tal vez debería hacerlo, pero la noticia reviviría los rumores de nuestra relación con la clase 77, y no creo que todavía estemos preparados para atraer tanta atención. Cuando dispongamos de pruebas que testimonien que encontramos un antídoto, cómo espero qué suceda pronto, entonces compartiremos esa noticia con la prensa. Y con el mundo. No necesitarán conocer los detalles.
Komaeda tomó un lápiz de un lapicero sobre el escritorio y lo examinó como si se tratara de una maravilla de la ciencia.
—Entonces Hajime y yo regresaremos a la isla—murmuró, haciendo girar el lápiz entre los dedos, como un molinillo.
Togami por fin lo miró y las arrugas que le bordeaban los ojos se acentuaron.
—Ya. Eso es lo que le preocupa en realidad, ¿verdad?— antes de poder confirmar o refutar aquella afirmación, Togami agitó una mano para desarmar con aquel gesto la actitud defensiva del joven —Creo que debería decirle sobre sus verdaderos sentimientos a Naegi. Yo también podría interceder, si es eso lo que quiere, pero, sinceramente, creo que no es un asunto mío.
A Komaeda se le cayó el lápiz en el regazo.
—No, no es eso lo... Yo sólo...
Togami intentó reprimir una risotada. Estaba burlándose de él. Komaeda no pudo evitar lanzar un bufido, irritado, y se volvió hacia la ventana. El sol de la mañana bañaba la ciudad con una luz cegadora.
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𝕃𝕦𝕔𝕜𝕪 𝕒𝕤𝕙 𝕔𝕠𝕝𝕠𝕣
FanfictionCuando Komaeda y Naegi se vuelven a encontrar, el mundo aún sufre las secuelas de La Tragedia. Enfermedades letales que se propagan debido a la contaminación, familias destrozadas que buscan venganza, débiles pero supervivientes seguidores de Enoshi...