sᴜsᴘɪᴄɪᴏɴs

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Tsumiki no necesitó detenerse para hacer las preguntas de rutina que todo doctor - ¿enfermera? - necesitaba hacer para saber el historial médico de un paciente. Desde la operación para implantarle la prótesis, ella y Hinata eran concientes de su historia clínica.

—Hay de-demasiados factores en contra, creo que es seguro decir que no has contraído nada...

Nagito resopló contrariado.

—P-perdona que pregunte pero ¿En qué piensas?

¿Demasiado factores en contra? Más bien todo lo contrario. Con la buena suerte que era la presencia de Naegi en la isla, no le sorprendería que la mala suerte que se aproximaba sea su muerte prematura por una enfermedad de la desesperación, mutada para no delatarse.

—¡Heeeeeey! ¡Tierra llamando a Nagitooo!

Una joven de cabellera exuberante se balanció delante de él. No había escuchado a Ibuki entrar, extraño conciderando lo ruidosa que solía ser.

El albino volvió a inspirar profundamente y soltó el aire de golpe.

—Nada de lo debas preocuparte, Mikan— dijo amablemente y se levantó con un salto de la camilla de hospital.

La recién llegada parecía despreocupada como siempre, salvo por el incesante tamborileo de sus dedos contra su propio brazo.

Komaeda caminó descalzo hacia la mesa dónde había dejado sus guantes, más preocupado en cubrir la prótesis que sus propios pies.

—¿Seguuuuro que no pensabas en nada importante?— Mioda se movió hacia él, interrumpiendo su camino, blandiendo sus manos acusatoriamente frente a él —¿Algo importante, más específicamente en un muchacho de 1'65, castaño y ojos esmeralda?

Nagito frunció los labios hacia un lado.

—Es la sexta mentira que dices en este mes, Nagito-chan ¡Es mejor que no se haga una costumbre! Puedo oírlo en tu vos. Ibuki tiene buenos oídos después de todo.

—I-Ibuki, no quiero molestar pero sería mejor si dejaras a N-Nagito calzarse...

Ibuki ignoró a Mikan mientras continuaba hablando hacia Nagito.

—Ibuki podía oír lo fuerte que latía tu corazón cuando se encontró contigo y Makoto el otro día ¡Era como Tapum Tapum Tapum Tapum...!

El suertudo interrumpió a la música con la verdad, en un impulso extraño de defenderse contra la implícita acusación:

—Tal vez, con mi suerte, haya contraído una cepa de desesperatitis que no revele síntomas... No es que dude del diagnóstico de Mikan, pero saben lo impredecible que puede ser a veces.

La enfermera se acercó al albino con una extraña cara de pocos amigos.

—¡Ya sé cómo f-funciona! N-nagito.... ¿Y si esperas en la sala de al lado? Buscaré algunas de las vacunas que hemos desarrollado con Hajime, e intentaremos con ellas. Tenemos reducidas dosis y no quiero que, con tu suerte, se caigan al suelo mientras las transfiero a las jeringas.

El mencionado enderezó la espalda y estiró las mangas de su campera para cubrir su prótesis antes de salir, sin preocuparse por los guantes.

—... Placébo.

Susurró Mikan cuando el más alto había salido, sin embargo, por supuesto que Ibuki lo escuchó.

—¿Placébo? ¿Es el título de alguna balada?

—N-no creo que esté enfermo, o n-no más de lo normal. Pero si no hago esto, p-pensará que no estoy tomando en s-serio su suerte. Así que le suministraré placébo y le daré de alta para que pueda irse tranquilo.

𝕃𝕦𝕔𝕜𝕪 𝕒𝕤𝕙 𝕔𝕠𝕝𝕠𝕣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora