Komaru atravesó el pasillo como una exhalación. Había salido corriendo de su dormitorio, en la segunda planta del ala privada de la academia, y solo se había detenido a tomar aire cuando no le quedó más remedio que esperar al ascensor. Irrumpió en el último piso del edificio y se detuvo en seco cuando tuvo la mano en el picaporte del despacho de Kirigiri.
Su esperanzada mirada recayó en Touko, cruzada de brazos, apoyada contra la pared del fondo. La escritora apartó los ojos del ventanal y recibió la feliz expresión de Komaru con un gesto resignado.
—He oído que Kirigiri pudo ponerse en contacto con mi hermano...— empezó a decir Komaru, enderezando la espalda.
Tragó saliva para humedecerse la garganta reseca y acabó de entrar a la oficina. La puerta se cerró detrás de ella con un ligero chasquido. La única pantalla en la sala estaba apagada y no había nadie más que ella.
—He llegado demasiado tarde— dijo Komaru, nuevamente saliendo al pasillo, cuando el martilleo de su corazón se detuvo de golpe.
Touko cambió su postura.
—Kirigiri salió de la oficina hace apenas unos minutos— le confirmó, y se apartó de la pared con movimientos pesados.
Komaru se fijó en las arrugas que surcaban su rostro, en los ojos exhaustos y privados de sueño y en la taza de café intacto que descansaba junto a un cuaderno repleto de notas. Su amiga se había quedado trabajando hasta tarde en vez de volver a su habitación, a su cama.
El agotamiento por su carrera y el sueño finalmente vencieron a Komaru, quién apoyó su frente hirviendo junto a su palma helada. Ella también debería haber estado ahí, ayudando.
—Debo irme. Tengo que convocar una rueda de prensa— dijo Touko con voz apagada por el cansancio.
—¿Una rueda de prensa?
—Tu hermano hablará cuando regrese. El mundo necesita una respuesta, y necesitamos el poder en sus palabras.
Por un insólito momento, la escritora pareció tan irritada que podría reírse de la situación, pero su respiración contenida lo disimulaba.
Komaru cerró los ojos con fuerza y se los frotó con los dedos. A pesar de ser consciente de que Makoto era la persona viva más importante y cuáles eran las implicaciones de aquello, nada parecía tener sentido. Era incapaz de asimilar todo lo que ella había perdido en el momento en que él fue nombrado como Esperanza Definitiva. No sólo a un hermano. No sólo a un amigo.
Su juventud. Su libertad.
—Tienes que ser optimista— dijo Touko —Como lo es él.
Komaru se apartó de ella con un estremecimiento. No quería pensar en aquello, en sus muchas diferencias. Ella era más joven, más simple, demasiado ingenua. Un blanco fácil para cualquiera que quiciera atentar contra Naegi Makoto.
La puerta detrás de ellas se volvió a abrir con un crujido, seguido de la voz ronca de Hagakure.
—Hay un mensaje de voz dirigido a Naegi-san, de parte de... Monaka Towa.
Komaru se dio media vuelta hasta quedar de frente al mayor, que en esos momentos le extendía un portátil que mostraba un globo de texto rojo en una esquina, señal de que había un mensaje sin escuchar. La tensión se respiraba en el ambiente, pero ni Hagakure se acercó más a ella ni Komaru fue a tomar el dispositivos de sus manos.
—Esto no puede ser coincidencia ¿Pero cómo pudo haberse enterado? ¿Y tan pronto después de que la videollamada acabara?— preguntó Komaru —Debe de estar hackeando las cámaras.
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𝕃𝕦𝕔𝕜𝕪 𝕒𝕤𝕙 𝕔𝕠𝕝𝕠𝕣
FanfictionCuando Komaeda y Naegi se vuelven a encontrar, el mundo aún sufre las secuelas de La Tragedia. Enfermedades letales que se propagan debido a la contaminación, familias destrozadas que buscan venganza, débiles pero supervivientes seguidores de Enoshi...