ᴛʀᴀᴠᴇʟ ᴘʟᴀɴs

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Se proyectaban luces de color verde en la parte interior de sus párpados cerrados, al tiempo que una luz roja intentaba atravesarlos. Algo le había pasado; sentía tics incontrolables en varias partes de su cuerpo.

—Tranquilo Komaeda. Todo estará perfectamente bien.

La voz mucho más alterada del que reconoció como el Impostor contradijo aquella primera, serena y flemática voz.

—¿Perfectamente bien? No lo dirás en serio ¿Qué le ha ocurrido?

Nagito gruñó.

—Un pequeño altercado. Enseguida se recuperará— respondió Hinata —¿Ves? Ya empieza a recuperar la conciencia.

El albino dejó escapar un nuevo gemido antes de poder abrir los ojos. La luz de los focos que colgaban sobre él le habrían cegado de no ser por las tres figuras que se encontraban sobre él. Poco a poco, sus ojos grises fueron desentrañando la forma robusta del Impostor, los ojos heterocromáticos de Hajime, y el rostro de Naegi, aunque medio oculto bajo los mechones de pelo blancos que caían alborotados sobre la frente Nagito.

Volvió a cerrarlos en cuanto su cerebro intentó explicar que había sucedido con él por segunda vez en el mismo día, temiendo que los ojos fijos de Naegi sobre él fueran simples destellos verdes en la base de sus pupilas causados debido al shock.

—¿Estás bien?— preguntó Makoto, apartandole el cabello albino y desordenado de su frente.

Komaeda creyó percibir el calor y la humedad que desprendían los dedos del joven sobre su piel, antes de caer en la cuenta de que era él mismo quién tenía fiebre. Lo cuál no sería extraño, conciderando que todavía estaba terminado de enfrentar las secuelas de una enfermedad mortal.

Komaeda agradeció a su suerte el efecto secundario de no poder sonrojarse bajo en esas circunstancias, debido a la tonalidad gris que su piel había adquirido por culpa de la desesperatitis.

Pero de nuevo... ¿Qué había pasado con él?

—¿Se ha golpeado la cabeza?— preguntó el Impostor.

Los tics se detuvieron. De manera instintiva, Nagito pegó las manos contra su cuerpo, tratando de esconderlas.

—Está bien, de verdad— insistió Hajime —Ha sufrido un pequeño ataque de pánico, pero no es nada.

—Lo siento Komaeda— murmuró Naegi regresando a reunir sus miradas —De haber sabido que reaccionarias de esa manera a la noticia, habría formulado de otra manera. No sabía que eras... tan sensible.

—¿Qué noticia?—preguntó Komaeda, procurando no arrastrar las palabras. No podía recordar nada después de salir del hospital para dirigirse a la primer isla, acompañado por los dos castaños.

Hajime le pasó un brazo por debajo de la cintura y lo ayudó a incorporarse, mientras Makoto lo sujetaba con firmeza de su prótesis para poder estabilizarlo sobre sus propios pies. Nagito se estremeció, y debió contenerse de apartarlo y bajar la manga de su chaqueta de un tirón para ocultar el brillo del metal.

—Bueno, sobre eso, mm... ¿Cómo me explico? No quiero que, eh, vuelva a ocurrir lo mismo— el menor miró con ojos abatidos a Hajime, y Komaeda no necesitaba usar sus bastas habilidades deductivas para saber que Naegi le estaba pasando la responsabilidad a su amigo.

—Simplemente Naegi te notificó sobre cómo procederemos ahora que sabemos que eres inmune.

—¿Inmune? ¿Inmune a qué?— preguntó el Impostor con el ceño fruncido, claramente frustrado por no entender la conversación.

𝕃𝕦𝕔𝕜𝕪 𝕒𝕤𝕙 𝕔𝕠𝕝𝕠𝕣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora