Stay High [Luke Hemmings]

Capítulo 8. Modales

Luke

Salí de la condenada clase de Ampliación de Química para por fin ir a mi casa a preparar todo sobre la fiesta de esta noche. En el papel ponía bien la dirección pero Ashton se ocupó de tachar esa y darme una nueva con una hora exacta así que no me quedó más remedio que aceptar y fingir una sonrisa. No podía decir que estaba seguro de ello, porque no lo estaba, todo esto me acojonaba demasiado. Había oído cosas sobre el grupo de Ashton y sobre todo de Ashton pero estaba tan cabreado en aquellos momentos que no tuve más remedio que lanzarme al abismo y aceptar esa puñetera proposición de ir a su fiesta y ahora no me podía echar atrás porque, ¿quién le dice que no a algo a Ashton Irwin? Nadie en la faz de la tierra podría, a no ser que quieran tener a sus perros falderos detrás hasta que te den caza y te torturen a bocados lentos y sangrientos. O quizá sólo me estoy emparanoyando por lo que me espera.

Tiré la mochila en el suelo al llegar a casa, ni si quiera me molesté en anunciar mi llegada o pasarme por la cocina como siempre a darle un beso a mi madre. Simplemente estaba demasiado cabreado como para pagarlo con los demás. Miré mi móvil, miles de mensajes de Mery y otros tantos de Calum pidiendo explicaciones sobre mi actitud de esta mañana. Les quería contestar pero las imagenes de ellos besándose delante de mis narices... no, no podía soportar eso.

Me quité la camisa y los pantalones negros ajustados y me cambié por ropa más olgada y más deportiva para después bajar hasta abajo donde mi madre esperaba al pie de la mesa con mis hermanos alrededor.

-¿Luke? -Preguntó mi madre con una expresión de sorpresa en su rostro. - ¿Cuándo has llegado? No te he oído y tampoco has pasado por la cocina.

-¿Y? ¿Tengo que hacer eso siempre?

Mis hermanos se rieron por lo bajo ante mi comentario a lo que mi madre les respondió a los dos con una mirada de las que matan.

-No, y tampoco entiendo por qué te comportas así. -Puso los brazos en jarras. Vaya, otra que se sorprende de mi actitud. Quizá lo que deberían hacer es dejar de verme como un niño bueno, mimado y con buenos modales porque la gente cambia y más si les hacen daño.

-Nada, simplemente estoy un poco molesto y agotado. Las clases me van a volver loco, los profesores no hacen más que mandar deberes, poner exámenes... como si fuesen ellos los gobernadores de mi vida, como si no tuviese más asignaturas o cosas que hacer. -Respondí disimulando mi real enfado. Lo único que me faltaba ahora era un interrogatorio exaustivo sobre mi vida social en el instituto.

Mi madre me dio un abrazo de estos que intentan consolar pero lo único que consiguió es dejarme igual que antes, con el mismo vacío superficial e interno y las caras de mis hermanos tampoco ayudaban mucho. Con muy pocas ganas me senté en frente de mis hermanos, justo en la silla de caoba que había libre al lado de la de mi madre, tamborileé los cubiertos con los dedos mientras que mi madre iba a por la comida. 

-¿Qué tal las clases, Lucas? -Me preguntó Ben haciendo que tuviera que subir la mirada hasta la suya. Casi pude reconocer la diversión en sus ojos, siempre hacía lo mismo, me preguntaba por mis estudios porque soy el cerebrito de la familia. Con tal de reírse de tomarme como un trapo al que pueden zarandear, ellos hacen lo que sea. Y no hablemos de ese "Lucas". Odio que me llamen Lucas.

-Como siempre, ya sabes. Sacando dieces, ¿eso que tú no pudiste conseguir a mi edad? Pues eso. Lo típico. ¿Y a ti cómo te va en el trabajo?- Si quería jugar... que empiece el juego.

-¿Intentas atacarme? ¿Desde cuando te has vuelto así de egocéntrico y de borde? Porque hasta donde me llega la memoria eres el niño de mamá con tanta buena nota. Y me va bien, me van a ascender a editor.