Epílogo

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Era el día, al fin había llegado y agradecía estar sola en casa para que nadie me detuviera

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Era el día, al fin había llegado y agradecía estar sola en casa para que nadie me detuviera.

Lo llevaría acabo.

Mamá había dicho que pasaría todo el día en casa de una de sus amigas, eso es lo único que hacía desde que Rosemarie se fue de aquí y la envidiaba por huir de este infierno.

Sabía que mi hermana llevaba un secreto consigo, y después de tanto me lo había revelado.

"Vas a ser tía" me dijo.

Lo cierto era que no estaría aquí para disfrutarlo y lo único que esperaba era que mi hermana estuviera bien con mi partida.

Me asome por la ventana de mi habitación para admirar por última vez el amanecer que cubría la ciudad.

Era hora.

Aún recuerdo el día que decidí escribir la carta que esperaba que mi antigua amiga recibiera, Katherine Allen sería la persona adecuada para entregarle a mi hermana lo que le dejé a ella por escrito y en el mismo, juraba protegerla a ella y a su nuevo bebé donde sea que yo estuviera.

Tomé las pastillas y me encamine al baño de mi habitación.

Sabía que estaba siendo cobarde desde el momento que decidí hacer esto pero me negaba a buscar ayuda y darle lastima a los demás.

Nunca fuí la prioridad de mi madre, a diferencia de mi hermana mayor yo solo era su desgracia, la razón por la que su pareja viene cada noche borracho y la golpea. Fuí creada por una infidelidad, eso es algo que no se olvida y mucho menos si tienes a la viva imagen de la persona con la que te engañaron bajo tu techo.

Me mire al espejo por última vez y pude apreciar lo demacrada que estaba mi cara, llevaba días sin comer o dormir simplemente no tenía ganas de nada y sentía que las pocas energías que mi cuerpo aún conservaba están a nada de desaparecer.

No estaba segura si lo lograría, si al fin buscaría esa paz que tanto había ansiado o esto era un completo error. Sea cual sea, no veía otro camino mejor que este justo ahora.

Muchas veces intente preguntarle a mi madre por mi padre, a lo que ella siempre contestaba que era una persona que nunca se preocupó por su hija y simplemente huyó. No sé que tan cierto sea eso pero lo que si afirmó es que gracias a eso me ví en la necesidad de soportar por tantos años el desprecio y odio que había en mi familia. Vivir aquí era una tragedia, una desgracia y ya no estaba dispuesta a soportarlo.

Intenté de igual forma pedir ayuda con mi hermana pero me arrepentí antes de siquiera intentarlo, me aferre a la idea de que ella tenía otra prioridad ahora y no necesitaba que una persona como yo fuera a darle lata. Quería que estuviera bien y tranquila, por su bebé.

Salvando Un Corazón.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora