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Todos se reunieron en la mesa a la hora de la cena, Matías no había cruzado palabras con nadie a excepción de Erick. Betsy estaba frente a él evitando contacto visual a todo costa. Fue Andrea quién empezó a hablar de la comida siendo Erick el único que respondía. La tensión permaneció en la mesa durante todo el rato, nadie se sentía a gusto, en especial Betsy.

Los hombres se levantaron primero y fueron a ver televisión a la sala, en tanto las hermanas recogían los platos.

—Tal vez deba hablar con Erick—dijo Andrea en voz baja mientras tomaba un plato.

—¿Sobre qué?—se extrañó Betsy sin entender.

—No está bien, esto—señaló—no me gusta este ambiente. Tú viniste primero a visitarnos y él no me consultó si quería que viniera...su amigo.

—No quiero que tengas problemas con Erick por mi culpa.—respondió Betsy dirigiéndose a la cocina.—Me iré yo, mañana a primera hora.

—¿Pero qué dices?—dijo Andrea detrás—Eso me hará quedar peor.

—Andrea, este asunto es entre Matías y yo, no es bueno que intervengan ni que se involucren.

—Eres mi hermana—replicó Andrea de frente—siempre voy a querer lo mejor y si no estás cómoda no puedo detenerte.

—Bien.

Betsy empacó para el día siguiente, no quería ceder a una tontería, si Matías quería quedarse ahí disfrutando con su amigo que lo hiciera, pero que no pretendiera fingir que nada había pasado.

Betsy se fue a la terraza antes de dormir. Había luna llena y el cielo estaba totalmente despejado. Se recostó en la columna donde había estado antes, mirando siempre el mismo punto perdido en la lejanía, las montañas nevadas. ¿Qué estaría haciendo Natán en ese momento?, ¿Pensaría en ella alguna vez?, ¿Se daría cuenta que había salido o era indiferente a su ausencia?
No tenía idea de cuanta falta le hacía, de cuánto pensaba en ella, de cuántas veces había querido tocar la campana y por fin atreverse a decirle la verdad. Betsy no tenía idea de cuan importante era para aquel hombre, que herido por dentro y con muchas marcas aún tenía espacio para un gran amor.

El sonido de unos pasos la interrumpieron y volvió a mirar con la ilusión de que sus pensamientos se hicieran reales, pero en cambio solo lograron ser estropeados por la presencia de Matías.

—Betsy—dijo caminando hacia ella.—Abmiras la luna, el cielo...

—No, algo más lejano.

—Ah—exclamó de frente—¿Cómo qué?

—Nada que valga la pena compartir quizá.

—Entiendo.

Betsy dió media vuelta para irse pero él la detuvo tomándola del brazo muy fuerte. Ella logró recordar la tarde en la cabaña y la invadió el mismo sentimiento.

—He venido sólo a verte...

—Suéltame—respondió queriendo liberarse.

—¿Qué debo hacer para que entiendas?

Matías la soltó resignado a que se fuera sin responder, aunque de alguna forma pensaba que ella no se iría.

—No puedes enmendar lo que ya está hecho.

—He cambiado—dijo él con voz ronca.—Soy diferente a aquel que antes conociste meses atrás.

—¿Qué es diferente?—se agitó Betsy.

—Dios...

—¿Dios?—preguntó irónicamente.

—Lo he encontrado Betsy, sé que estaba equivocado, creía conocerlo,  pero ahora he tenido un verdadero encuentro con él.

—Bien por ti.

—Estaba perdido, ni siquiera sabía lo que hacía. Sé que cometí muchos errores y faltas, no sólo contra ti, también con Jenni y sobretodo con Dios.

Betsy debatía por dentro si irse o quedarse a escucharlo. Parecía sincero, pero no podía estar totalmente segura todavía. Ya la había engañado una vez y no permitiría que lo hiciera de nuevo.

—Ya me he disculpado Betsy, no te pido una oportunidad, pero quiero que sepas que me he enamorado de ti y es por eso que estoy aquí.

Betsy estaba confundida, las palabras de Matías parecían calar en su corazón, sentía la necesidad de acercarse y cumplir todos aquellos sueños que había albergado con él en el principio. Al mismo tiempo sabía que era tarde, y que Matías siempre tuvo razón al señalar que había alguien más. ¿Cómo le diría que estuvo en lo correcto al acusarla? Tal vez diría que era igual que Jenni o ese era su boleto de salida.

—¿Qué hay de Jenni?—preguntó Betsy sin retenerse.

—¿Qué?

—¿Ya la has olvidado?

—No entiendo. ¿Por qué me preguntas eso?

—¿Por qué no?

—No es incumbente.

—Lo es para mí.—se cruzó de brazos.

Matías respiró profundo y miró alrededor como buscando las palabras correctas para responder.

—Yo... aún la recuerdo—hizo una pausa— A veces, o casi siempre... Más bien todos lo días.

Betsy lo miró serena, entendía de una vez por todas que estaba siendo sincero y que en verdad algo había cambiado.

—Pero... eso no quiere decir que no te quiera, es sólo que... no es fácil olvidar a alguien con quién compartiste tanto.

—Quiere decir más bien que sí la amas a ella, y no es tan grato un amor que no recibes completo.

Betsy lo decía por ella y por Matías a la vez, no quería asirse de la persona equivocada, ni que tampoco él lo hiciera.
Matías se sentó en una de las sillas de la terraza señalando que Betsy tenía razón y que no iba a huir más de la verdad. Betsy se sentó junto a él sabiendo que la conversación seguiría por un largo rato.

—Lo siento mucho...—siguió Matías.—por todo lo que dije, por actuar de esa manera. Estaba inestable por causa de Jenni, no sabía qué hacer para olvidarla ni para sacarla de mí.

—Está bien. ¿Por qué no la buscas y le dices lo que sientes?

Matías suspiró intentando no conmoverse.

—Ella tiene a alguien más, no sé si es feliz o no, espero que lo sea. No quiero intervenir.

—Entiendo. ¿Entonces qué harás?

—Me tomaré de Dios y él será suficiente para llenar cualquier vacío.

Betsy siguió escuchándolo por un largo rato mientras él le contaba todo sobre Jenni y sobre lo que Dios había hecho.

—Le pedí matrimonio en esas montañas—dijo señalando en dirección a los picos que casi desaparecían en la oscuridad.—Ese día no nos perdimos Betsy, yo me desvíe a propósito porque no quise llevarte ahí. Luego no tuve más opción que salir por el pueblo dónde viví. Esos chicos eran amigos de Jenni, por eso no quise ir con ellos, sabía que tramarían algo con sólo el hecho de verme contigo.

Betsy comenzó a sentirse en paz, conociendo toda la verdad, aunque no justificaba las acciones o las palabras de Matías al menos podía estar confiada.

Solo BetsyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora