9

171 27 2
                                    

Natán nuevamente abrió la puerta para Betsy. Ella intentaba quitarse el cinturón mientras él miraba hacia la puerta de la casa.

—Hey—dije Betsy—esto está difícil.

Natán se acercó inclinándose para tratar de ayudarla. Después que lo hubieron conseguido, Betsy salió del auto y se acomodó el gorro.

—¿No entras?—preguntó ella mirándolo de frente.—a mi padre le gustará verte, deberías entrar.

—Solo un rato.—respondió antes de comenzar a caminar.

Betsy tocó el timbre de la casa y se sacudió los zapatos en la alfombra de la entrada. Pasados algunos segundos la puerta se abrió de forma sigilosa.

—¡Betsy!—exclamó Andrea desde adentró.

Betsy observó alrededor mientras entraba y vio que su familia estaba reunida en la sala, incluyendo a su hermana mayor con su esposo y su hijo.

—¿Betsy?— se levantó su madre.—¿Dónde estabas?

Betsy notó que su padre no estaba entre ellos y pensó rápidamente en una razón.

—¿Estabas con él?—preguntó Andrea mirando a Natán con el ceño fruncido.

—Sí, pero...

—Estábamos preocupados y tú estabas con él, ¿No pudiste avisarnos?

—Lo hice...

—¿Es que ahora es tu cuidador?, ¿Qué hacías...?

—Andrea—interrumpió su hermana Carolina—calma, ya está aquí, ella está bien.

—¿Cómo sabes que está bien?—alzó la voz—Ni si quiera sabemos dónde estaba.

—Yo solo...—siguió Betsy.

—Está bien—dijo Natán tocándole el hombro—será mejor que me vaya.

—No, espera.

—Papá fue a buscarte al hospital—continuó Andrea más tranquila—él no te encontró y salió a buscarte de nuevo.

—Pero yo sí envié un mensaje—sacó el teléfono del bolsillo del abrigo—lo envié a tiempo.

Antes de que Betsy pudiera mostrar la envidencia, se escuchó el auto de su padre en el patio. Toda la familia salió afuera para darle la noticia.

—Ah, ahí está—dijo cuando salió del auto y vio a Betsy entre los demás.

—Acaba de llegar—refunfuñó Andrea.

—Pero está bien, venía con él—dijo la hermana mayor señalando a Natán.

Natán se acercó al señor y lo saludó con la mano.

—Disculpe, de verdad lo siento. Encontré a Betsy en el hospital y pensé que era buena idea si veníamos juntos.

—Papá—replicó Betsy y lo abrazó—estoy bien, él solo quería ayudar, además nos detuvimos a almorzar, por eso tardamos.

—Está bien, gracias Natán por traerla a casa.

La familia volvió a entrar a la casa junto con Betsy. Ella volvió a mirar a Natán antes de cerrar la puerta, él solo entró al auto sin volver a ver atrás.
Betsy corrió al cuarto de Andrea y abrió la ventana, buscó por toda la habitación algo para tirar y golpear la otra ventana. Tomó un cepillo de la cómoda, pero luego pensó que Andrea se enojaría. Siguió buscando ansiosamente, necesitaba dar las gracias y también una disculpa. Al final no pudo encontrar nada que le sirviera, entonces se sacó un zapato. Cuando estaba lista  para lanzarlo, Andrea apareció.

—¿Qué crees que haces?

—Nada, ¿Por qué?—respondió Betsy escondiendo la mano con el zapato.

—¿Por qué está abierta la ventana?—siguió aún más molesta—¿Por qué estás en mi habitación?

—Nada, quería hablar contigo.

Andrea se acercó para cerrar la ventana y quedó mirando a su hermana sospechosamente. Después se alejó hacia al baño y Betsy vio su oportunidad. Abrió la ventana y lanzó el zapato contra la ventana de Natán. Andrea apareció de la nada y miró nuevamente la ventana abierta.

—¿Qué fue ese ruido Betsy?

La chica no sabía que responder, sabía que la había descubierto y que ya no podría hacer nada.

—Betsy, ya te he dicho, lo que hiciste hoy no estuvo bien. Y él, ¿Él te dijo que se escaparan?

—¿Qué dices?—comenzaba a parecerle molestas todas las supociones de Andrea.

—No lo conoces, le das demasiada confianza. ¿Algún día vas a entender?, Por favor Betsy, deja de jugar.

—Andrea, no entiendo cuál es tu problema.

—¿Mi problema?— se acercó para cerrar la ventana—mi problema no eres tú, es él... Podía tener malas intenciones y ni si quiera te detienes a pensar, le hablas como si lo conocieras de toda la vida, no tienes idea de cómo pueden llegar a ser las personas. Mucho peor los de su tipo, que aprentan inocencia y bondad, pero...

Andrea se quedó estática con las manos sobre la ventana pero sin hacer ningún movimiento. Betsy se giró hacia ella y entendió exactamente por qué se había quedado callada, al descubrir quién estaba en la otra ventana.

Natán permanecía al frente, con la misma reacción de las dos chicas y sin poder creer lo que oía. Andrea cerró la ventana bruscamente. Se quedó con la mirada fría y directa sobre la cortina. No supo cuánto tiempo mantuvo la misma expresión. Se sentía avergonzada y al mismo tiempo llena de remordimiento.

Betsy salió rápidamente de la habitación azotando la puerta y eso hizo que Andrea se diera cuenta del gran error que había cometido, tal vez no era muy tarde para remediarlo, pero lo difícil sería encontrar la manera de hacerlo.

No estaba  tan preocupada por Natán, nunca entablaron una amistad que estuviera en peligro de romperse, pero Betsy era su hermana y su amiga más cercana, quién ahora podría volverse distante.

Natán vio el zapato caído en el pasto bajo la ventana. Lo miró durante un rato, hasta que recordó que tenía un resfriado y el frío le afectaría. No quiso detenerse a pensar en lo que había escuchado, ni en lo que habían dicho en la casa. Estaba acostumbrado a escuchar palabras más terribles, a enfrentar personas más difíciles y a mirar la realidad que lo asediaba. Andrea tenía razón, a Betsy no le convenía mezclarse con alguien como él, ella era alegría y siempre traía luz a cualquier lugar, en cambio él, estaba formado de pedazos que de alguna manera solo Dios podía mantener unidos. La tristeza lo invadía todos lo días, más aún ahí sólo, en una casa tan grande, en un invierno tan frío. 

Solo BetsyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora