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La cena y las conversaciones fueron gratificantes de principio a fin, excepto por Betsy que no se atrevía a cruzar palabras con Natán. Aún sentía el impacto de su rechazo y no encontraba bien perdonarlo tan pronto, aunque sabía que sus palabras habían sido sinceras, que para él era suficiente la amistad que habían desarrollado, en el fondo también estaba segura que él la añoraba de otra manera.

Esa noche lo acompañó hasta la puerta en silencio y él tampoco dijo nada hasta que estuvo afuera.

-Buenas noches-dijo Natán.

Betsy comenzó a cerrar la puerta lentamente sin dejar de contemplarlo parado en el umbral. Esperaba que dijera algo más o que hiciera cualquier movimiento menos el de bajar los escalones para irse.

Natán detuvo la puerta, quedando los dos frente a frente mirándose. Planeaba confesarse y quizá algo más.
Betsy solo podía sacar la cabeza en el reducido espacio, para él era suficiente si podía verla a los ojos.
Natán le tomó la mano que sostenía la puerta, permitiendo que esta se abriera completamente. Se acercó a su rostro sin dejar de mirarla en su estado alelado por los nervios.

-No te acerques...-dijo ella calladamente.

-¿Por qué?

-Siento que no respiro.

Natán se acercó aún más hasta chocar sus labios con los de ella, le dió un ligero beso y apretó la mano que sostenía.

-No puedo estar lejos de ti-dijo por fin.-desde el primer día... Betsy no tienes idea..., desde el primer día.

Betsy lo calló poniendo la mano en su boca, no era el momento de hablar cuando su corazón palpitaba tan fuerte. Él soltó su mano y le tomó el rostro para volver a besarla con la pasión que ya no podía contener. Betsy respondió de igual manera, como si el deseo por él aumentaba en cada instante. Él se apartó, mirando su rostro a contra luz, apreciando su belleza y la tierna sonrisa que lo envolvía. Puso su frente contra la suya respirando el mismo aire, sintiendo su rostro acalorado en medio de la noche fría. Había deseado tanto que se cumpliera aquel sueño y ambos lo tenían ahora cumplido.

Natán escuchó unos pasos acercándose que interrumpió inmediatamente el momento apreciado. Dio media vuelta haciendo que se iba casi tropezando en la oscuridad de la terraza. Betsy se rió de él mirándolo irse, deseando detenerlo con ella un poco más.
Corrió a la habitación y se tiró en la cama sin dejar de sonreír y al mismo tiempo pensando en lo tonta que había sido al dejarse llevar cuando debería estar molesta con él.

Natán miró la campana que había puesto para el puente, quería sonarla tan solo para ver a Betsy del otro lado, pero ya era muy tarde y tal vez ella prefería dormir.
Betsy casi no durmió en toda la noche esperando con ansias que fuera de día. Se levantó de la cama a toda prisa y corrió al espejo para arreglar su cabello, lo cepillo ansiosa y se cambió la piyama. No dudó ni un segundo antes de tocar la campana, quería verlo y escucharlo apenas estuviese despierto.Tocó tres veces seguidas pero no hubo respuesta. Volvió a tocar otra vez y decidió esperar, probablemente aún dormía o estaba en alguna parte de la casa donde se le hacía difícil escuchar.
Intentó de nuevo cinco minutos más tarde, tratando de no entrar en desespero.

La ventana se fue abriendo lentamente trayendo una sorpresa abrumadora e imposible de creer.

-¿Fernanda?

-¿Que es está locura Betsy?-respondió la otra chica agitando el puente-¿Acaso estás demente?

-¿Dónde está Natán?-dijo Betsy sorprendida buscando una respuesta lógica a la impresión.

-¿De qué hablas?, ¿Y por qué molestas tan temprano?

-¿Dónde está Natán y por qué estás en su habitación?

-No sé de qué hablas boba, ve a hacer pasteles o lo que sea que hagas temprano.

-Quiero saber de Natán, el chico que vive ahí, él estuvo anoche...

-¿Te refieres al tarado que alquila la casa?

-Sí

-¿Es tu novio?-preguntó Fernanda enarcando las cejas.

-No...-dudó-sí, lo es, ¿Sabes si está por ahí?

-Ah, se fue.

-¿Se fue?

-Se fue está mañana.

A Betsy no le cabía la idea pero viniendo de Fernanda sabía que no mentía, lo decía con mucha franqueza.

-¿Y a dónde fue?

-Yo que sé, no le pregunté, seguro iba huyendo de ti.

-¿Por qué lo haría?-se alarmó Betsy.

-Se aburrió quizá, ¿quién entiende a los hombres?

-No, él no lo haría, él no se iría sin decirme.

-Bueno, lo hizo-se burló Fernanda.

Betsy cerró la ventana de golpe, sentía un nudo en la garganta que afloraba la decepción, ¿acaso sus palabras la noche anterior solo fueron una despedida?, ¿estaba dejándola en realidad?. Se recostó en la cama otra vez tratando de recordar si en algún momento él había mencionado su partida. Una lágrima brotó de sus ojos y la limpió de inmediato, Natán se había ido, su Natán. Ya no vería más sus ojos profundos y sinceros, ya no escucharía más su pacífica voz.

Debía estar en algún lugar, yendo lejos de ella. Sintió esperanza de repente, tal vez sabía dónde encontrarlo, de seguro había regresado a la casa de sus abuelos, si Fernanda estaba en la casa significaba que tenía que irse y no había otro lugar al que pudiera ir más que ese. No sabía cómo llegar pero encontraría la forma, si es posible volvería a confesarle sus sentimientos, pero no lo dejaría marcharse tan fácil, ella lo amaba y si él realmente sentía lo mismo él debería demostralo.

Solo BetsyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora