Todo parecía ordinario ese día como si lo anterior hubiese sido nada más que un sueño o una extraña pesadilla que asutaría solamente por esa noche. Pero los días siguientes mostraban que la verdad estuvo presente, que fue real.
Por un lado Betsy, sin cruzar palabra con su hermana, quién aún no comprendía desde su perspectiva. Del otro lado el joven Natán intrigado por el misterio de la noche anterior, esperaba paciente a que algo sucediera y le diera sus respuestas tal como el día que su madre había aparecido. Sentía que todo había pasado demasiado rápido que no dio tiempo de sopesar y asimilarlo. Aún tenía presente el hecho de conocer a su madre en un momento inesperado y aparte de eso haber encontrado a Betsy sola y desamparada cerca de la estación, precisamente de su pueblo.
Intentaba armar las partes que tenía, tal como lo que preguntó Andrea cuando llegaron. Estaba seguro que Betsy andaba con alguien más y con quién seguramente debía regresar. Pero él la encontró sola y además llorando, al principio había creído que lo hacía por estar sin compañía en un lugar desconocido, pero luego siguió llorando al llegar a la casa, lo que mostraba que algo más había sucedido.
Andrea intentó comunicarse con Matías, pero este tampoco daba respuestas claras. Hablaba superficialmente y como si se tratara solo de un drama por parte de Betsy. Habló con Erick sobre el asunto una vez más, dijo que no sabía nada del paradero de Matías, no lo veía desde ese día y tampoco respondía sus llamadas.
Natán esperaba ver a Betsy en la iglesia y tal vez el asunto quedaba aclarado. Pero las dos semanas siguientes Betsy no apareció, ni siquiera vio que saliera al patio. A veces se quedaba en la cama, esperando quizá que ella lanzará algún objeto a la ventana, pero nada de eso sucedió. Tampoco podía hablar con su hermana, ella tenía ciertos prejuicios contra él y no era la mejor idea.
Días más tarde Betsy volvió a ir a la iglesia, pero ya no era la misma. Natán esperó que lo saludara al menos, se quedaba afuera del auto a la salida mirando hacia la familia que salía del templo, Betsy apartaba la mirada e ignoraba todo y a todos, parecía no estar ahí, se veía distante y como si la amargura hubiese inundado su dulce espíritu.
A veces no salía de la habitación, le decía a sus padres que tenía jaqueca o algún malestar y se quedaba acostada mirando el techo por horas. Quería destruir lo que estuviera a su alrededor y luego correr a algún lugar lejano. Todos sus sueños se habían apagado, sus cuentos de principes encantados habían llegado a su fin y quizá realmente así es como era la vida. Era como tocar fondo sin saber si era el fondo o faltaba más profundidad para hundirse.
Andrea recordaba su pasado constantemente, mirando a su hermana como un reflejo de ello. Deseaba con todo el corazón volver el tiempo atrás y dejarla vibrar como lo hacía, sin miedos ni temores, creyendo en las historias de amor y aventura. Aunque no sabía exactamente lo que había pasado tenía una noción de que no era bueno y que en parte ella tenía la culpa.
En esos días comenzaron los arreglos para la boda, la gente empezaba a llamar y a preguntar para estar al tanto. Cada vez se volvía más pesado y Andrea no tenía a su hermana para ayudarle a sobrellevarlo. Aún quedaba un mes, pero Andrea estaba ansiosa y nerviosa a la vez, se medía el vestido casi todos los días para ver si le quedaba igual, intentaba hacerse el modelo del peinado y el maquillaje que quería, se pintaba las uñas y practicaba los votos frente al espejo.
Otra veces se quedaba horas hablando por teléfono con Erick, repitiendo casi siempre lo mismo, si le gustaría que llevará pestañas o no, si quería que leyerera un gran texto en la ceremonia o si bastaba con una frase. Erick se quedaba quieto escuchando y asintiendo automáticamente, como si sabía que su opinión de todas formas no valía, porque al final Andrea haría todo lo contrario.
Llevaban dos años de noviazgo y sentía que el tiempo era poco. Se conocían de toda la vida pero era como si apenas supieran lo superficial el uno del otro. Se amaban genuinamente y todos los que conocían la relación pensaban eso.
Andrea se sentía como en un sueño, él era el hombre que había esperado y con el que había soñado siempre y para él ella era la oración más completa.Natán no quería una explicación a lo que pasaba con Betsy, solo no le gustaba el hecho de que su alegría se haya esfumado de repente, no era justo ni cuerdo verla de esa forma.
Fue un día de tantos que salió a la terraza a tomar el té y mirar las montañas, ese día por la tarde vio salir a Betsy de la casa. Tenía esa misma expresión de molestia y congoja que fue difícil ignorarla y no detenerse a mirar. Pero después de que ella saliera, un chico que por alguna razón sentía que ya había visto antes, venía tras ella e intentaba decirle algo. Betsy caminó hacia el auto que estaba parqueado afuera, lo que lo hizo pensar que saldría con el chico a alguna parte, pero no lo hizo, más bien se quedaron hablando durante algún rato afuera hasta que por último el chico se fue sólo.
Antes de entrar, Betsy volvió a ver a Natán sintiendo su mirada sobre ella, pero instantáneamente lo ignoro y entró a la casa cruzada de brazos y como si la conversación que acababa de tener la hubiese dejado insatisfecha.