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Pasaron varias horas en las que el menor solo miraba televisión, aburrido decidió apagarla para ir hasta la cocina para ver que podía comer ya que tenia hambre.

Desde hace horas que Roberto no baja de la segunda planta, eso le preocupo un poco pero al final no le dio tanto vuelo; tomo un sándwich y se camino hasta las escaleras por donde descendió hacia arriba para luego caminar por el pasillo y llegar a su habitación.

Abrió la puerta casi azotando la, revisando que el mayor estaba dormido con una almohada siendo abrazada por este mismo; camino hacia el y pudo darse cuenta que por sus mejillas había lágrimas secas.

¿Roberto había estado llorando? Sintió un leve dolor en su pecho, decidió ignorarlo y se sentó a su lado para después a comenzar acariciar levemente su cabello y rostro.

No lo iba negar, Roberto era realmente precioso pero...¿por qué se comportaba de esa forma con el? Diego no conocía del todo al mayor en su estado de adolescente así que por eso no le importaba tanto el herirlo o no.

Recorrió todo su cuerpo con su mano, la cual fue a dar en las caderas del mayor quien se removió un poco en la cama dándose vuelta dándole la espalda sin darse cuenta del menor.

Fijo su vista en su culo rápidamente, no era tan grande pero no pequeño; era perfecto para el así que con mucho cuidado acaricio un poco sin tratar de despertar al mayor.

Comenzaba a calentarse pero no era momento para esas cosas ahora mismo, se alejo rápidamente de el ya que miro como se novia en la cama desesperadamente.

-¿Roberto?-

Preguntó en alto Diego al verlo.

Abrió los ojos al darse cuenta que solo fue una pesadilla, su respiración era acelerada y estaba sudando frío; tomo una bocana de aire para tratar de tranquilizarse.

Jiro su rostro en dirección al menor quien aun lo miraba algo preocupado, dio un leve brinco al verlo parado. ¿Desde cuando estaba parado mirándolo? Pensó Roberto y se dejo caer en la cama, tenía bastante sueño y aun no podía despejar su mente en lo ocurrido antes.

-¿Qué pasa contigo?-

Pregunta alterado Diego hacia el mejor.

Este voltea y le mira extrañado.

-¿De qué...hablas?-

-Desde que te levantaste estas todo extraño, no has bajado para nada y moría de hambre así que me tuve que preparar yo solo la comida-

Responde fastidiado el menor hacia el.

Simplemente al finalizar aquello, sale de la habitación dejándolo sólo nuevamente; sus ojos se llenaron de lágrimas las cuales bajaron por sus mejillas como si fuese cascada.

-¿Por qué?...¿por que tiene que ser de esta forma? ¿Por qué me odia?-

Se preguntó Roberto para si mismo y se tapó completamente el cuerpo con la sana, no quería saber de nada así que volvería a dormir hasta la mañana siguiente.

ADOLESCENTE PROBLEMÁTICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora