Capítulo VII

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Dos días después, medio pueblo se reunió en mi casa

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Dos días después, medio pueblo se reunió en mi casa. Mis padres habían decidido armarme un velorio a pesar de que aún no les habían entregado mi cuerpo. La idea había sido de Cass. El niño le había mencionado a mi madre que el poder despedirse, aun sin tener mi cuerpo, le ayudaría a hacer más llevadero el hecho de que todavía no encontraban al asesino. A mi progenitora le había parecido una buena idea, por lo que le comentó a mi padre al respecto, ocultando que en realidad venía de mi medio hermano. Y él también aceptó.

Solo habían pasado cuatro días desde que me habían hallado muerto y ellos buscaban de cualquier forma cerrar su herida. No los culpaba, no me puedo imaginar cuán difícil debía ser el perderme, pero de todas formas me parecía algo tonto que armaran mi velorio sin tener a quien velar dentro del ataúd, solo por no esperar un par de días hasta que los forenses terminaran de investigar en mis restos. También creo que era otra manera por parte de ellos de presionar a la policía en la búsqueda. Desde que habían hablado con el padre de Nash, algo que en realidad nadie más que Harlan y John sabían, no habían avanzado más. Parecía que se habían quedado estancados en un punto muerto, cuando en realidad el pueblo aseguraba que estaban dejando mucho sin investigar.

Tardaron solo una tarde en organizar todo y avisarles a nuestros allegados que al día siguiente debían asistir. Todos confirmaron e incluso algunos se autoinvitaron, como la inspectora Kenna. Ella solo deseaba asistir para ver como interactuaban los sospechosos ante mi funeral, ante la idea de que por fin se habían librado de mí.

La casa estaba decorada de colores negros y rojos. Las paredes se encontraban cubiertas de delgadas telas negras con enormes rosas de un color rojo colgaban de ellas. Cada mesa y cada superficie libre se encontraba llena de ramos de rosas de los mismos colores que toda la decoración. El comedor estaba lleno de bandejas con mis bocadillos preferidos, en la sala, a unos cuantos metros del ataúd vacío, proyectaban cada uno de los cortometrajes con los que había ganado algún concurso. En una pequeña mesa a un lado de la escalera, habían puesto varias fotografías de mí junto a personas que eran importantes en mi vida. Todo estaba espléndido. Lo habían arreglado de la forma en la que a mí me hubiera encantado.

No obstante, los rostros deprimidos contrastaban por completo con el entorno pulcro. El único sonido de fondo que se escuchaba eran los murmullos de las personas. Varios ya sabían lo que había sucedido en los interrogatorios, lo que se había desvelado en ellos. Y la mayoría solo había asistido para presenciar las caras de los sospechosos, habían ido a juzgarlos a cada uno de ellos.

—Ya vieron, ese chico, Harlan, tenía un amorío con un hombre mayor que por lo visto está casado —susurraban algunos a tan solo unos pasos del susodicho, sin importarles si él podía escucharlos.

—Con lo tranquilo que parecía...

—Yo en realidad no le veo el problema, el que cometió el error fue el hombre casado, no él...

—¡Se metió con alguien que tiene pareja!

—Pero es peor lo de los otros, parece que Zoe Madsen hizo trampa para entrar en la universidad y su novio le puso los cuernos con Keira, no sé si sentir pena por ella o no —agregaba otro al verla pasar.

El desvanecimiento de Keira Cosgraves (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora