Capítulo VIII

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N/a: Ya terminé de escribir el libro, así que a lo largo de la semana voy a ir subiendo todos los capítulos que faltan.

Pd.: y sí, sé que está un poco muy dramatico el capítulo.

Antes de que Nash pudiera hacer nada, mi padre avanzó hasta él y lo tomó del borde de su camisa con violencia

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Antes de que Nash pudiera hacer nada, mi padre avanzó hasta él y lo tomó del borde de su camisa con violencia. Su rostro estaba enrojecido y su mandíbula apretada. Sus ojos refulgían con furia. Pero antes de que pudiera hacer algo, dos oficiales, un hombre y una mujer, entraron y con mucho esfuerzo lograron separarlo de mi novio.

—¿Qué...? —trató de preguntar Nash, mas no continuó, era obvio lo que motivaba a mi padre.

—¡Maldita basura! ¡¿Cómo pudiste hacerlo?! ¡Se suponía que la amabas! —ladró mi progenitor.

Nash parpadeó, le afectaba esa acusación.

—Yo no lo hice... —murmuró en tono bajo.

Terrence Cosgraves volvió a intentar lanzarse contra él, pero oficiales fueron más rápidos y lograron sacarlo del cuarto.

—¡Me voy a encargar de que sufras por el resto de tu maldita vida! —siguió gritando desde fuera. Él intentaba librarse y volver al lugar, pero cada vez más policías lo arrastraban al exterior de la comisaría.

—Yo no lo hice —volvió a susurrar Nash.

Cruzó los brazos sobre la mesa y enterró su cabeza entre ellos. Él aún no terminaba de procesar lo que sucedía. No terminaba de comprender que Kenna creía que él había sido quien me asesinó, a pesar de que no tenía ninguna evidencia real en su contra.

—Veo que ya no sos del agrado de Cosgraves —se jactó la inspectora.

Si lo analizo bien, no comprendo qué era lo que tenía ella en contra de Nash. Él siempre se mostró colaborativo, ni siquiera intentó impedir su arresto, pero ella lo odiaba, aún sin tener pruebas certeras de que algo sucedía era su culpa.

—No digas nada, Nash —ordenó un hombre entrando detrás de Kenna. Era el abogado que había contratado su padre—. Ellos ni siquiera deberían haber hecho ese comunicado donde te culpaban del homicidio sin tener prueba alguna.

—Las tenemos —contradijo Kenna, aunque todos sabían que mentía. Ella esperaba conseguirlas con la charla con Nash.

—No las tienen —contradijo mi novio mientras alzaba de forma leve su cabeza. Le dedicó una pequeña mirada al abogado y regresó su vista a Kenna—. Yo no hice nada, nada, así que no puede tener evidencia de algo que no sucedió.

—¿No? —el tono de voz de la inspectora estaba cargado de gozo—. Yo creo que con la información que tenemos podemos retenerte como mínimo unas cuantas horas, quizás algunos días...

—Déjese de...

—¿Qué se suponen que tienen? —cortó al abogado Nash. Quería saber que era lo que ellos pensaban que pesaba tanto como para que él quisiera matar a alguien que amaba.

El desvanecimiento de Keira Cosgraves (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora