Lan Xichen ha muerto, pero a Jiang Cheng se le presenta una oportunidad para salvarlo ¿Podrá hacerlo o por el contrario será demasiado tarde?
Los viajes en el tiempo no siempre terminan como uno lo desea.
Los personajes de esta historia no me perten...
Llevaba ya más de dos meses realizando esas visitas a Lan Xichen y Jiang Cheng aún se empeñaba en decirse a sí mismo que lo hacía sólo porque quería ayudar al Primer Jade. Y porque su compañía le resultaba agradable, con su voz suave y excelentes modales, porque debía reconocer que aparte de Meiling no tenía más amigos. Y porque olía muy bien, a jazmín. Y porque se sentía en paz cuando estaba con él, porque le transmitía mucha calma. Pero principalmente porque quería ayudarlo, de un líder de secta a otro. Sí, exacto, eso último era.
Se presenta antes de abrir la puerta de la habitación donde suelen reunirse y cuando finalmente se ven, ambos se hacen una reverencia. Hoy se veía más animado que otras veces.
-Buenos días, Jiang Wanyin – saludó con una sonrisa.
-Buenos días, Lan Xichen – respondió, sintiendo cómo un escalofrío recorría por su columna vertebral. Diantres, a pesar de todo ese tiempo aún no se acostumbraba a llamarlo de esa forma.
Fue a sentarse a la mesa, el primer paso de la rutina que ambos habían establecido. Sin embargo, ese día había algo diferente, pues en el centro de la mesa había un pequeño jarrón con unas hermosas flores que mezclaban el color morado y el azul.
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-Son hortensias – dijo Lan Xichen siguiendo la mirada de su amigo hacia las flores – esta semana me he encontrado con fuerzas y ayer salí a pasear. Me encontré con estas flores, hay de muchos colores en los Recesos de la Nube pero cuando vi estas me recordaron a usted – y era cierto, si bien Lan Xichen sabía que el color de ojos de Jiang Wanyin era azul, a veces le parecía captar tonos amatistas. Supuso que eran imaginaciones suyas y que sólo estaba proyectando en su propia mente el color de su ropa en ellos, pero cuando las vio pensó que eran perfectas para el Líder de Secta Jiang.
Jiang Cheg no supo por qué, pero al escuchar eso sintió que su corazón se saltaba un latido. En serio, debería pedirle a Meilng que le haga un chequeo completo porque últimamente su cuerpo hacía cosas raras sin su permiso.
-Son muy bonitas – dijo con un hilo de voz, sintiéndose de repente tímido, "¿¡Qué diantres pasaba con él!?"
Lan Xichen sonrió ante su reacción. Realmente le gustaba mucho pasar el tiempo con Jiang Wanyin, era el único que aportaba color a su vida gris.
Después de eso, Jiang Cheng le realizó el ritual con su campana de claridad y después siguieron hablando de temas triviales pero que hacía que ambos se olvidaran de sus problemas y pasaran un rato agradable.
Cuando llegó la hora de volver al Muelle del Loto, Jiang Cheng se despidió, sintiendo una calidez extraña pero para nada desagradable en el pecho. Estaba empezando a creer que lo que le estaba pasando no tenía nada que ver con que estuviera enfermo, sino... pero eso no era posible, él no sentía nada más que admiración por Zewu-Jun y si se sentía ahora así cuando estaba con él es porque durante toda su vida no se habían conocido realmente y ahora que lo estaba haciendo se sentía cómodo en su presencia y abrumado por su reciente amistad. Sí, eso era, aunque... para asegurarse al 100% en su próxima visita intentaría acercarse más a él, solo para ver cómo reaccionaba su cuerpo, estando seguro de que, si se preparaba mentalmente, no lo traicionaría de nuevo.