KIRI 🌸 {XiCheng}

12. Muelle del Loto

-Bienvenido a Muelle del Loto, Zewu-Jun – saludó Jiang Cheng en cuanto el Líder de la Secta Lan puso un pie en su hogar, acompañado de una reverencia respetuosa.

-Gracias por la invitación, Líder de Secta Jiang – respondió, con una sonrisa en los labios, devolviendo la reverencia.

Tras cumplir con los saludos protocolarios hacia el Líder Lan y su médico personal que lo acompañaba, un discípulo de Yunmeng se encargó de mostrar su habitación a este último mientras Jiang Wanyin guiaba personalmente a su invitado de honor.

Caminaron por el muelle en silencio, Lan Xichen admirando el bello paisaje, sintiendo la suave brisa en su pelo y túnicas, la fragancia a lotos inundando sus fosas nasales. Sin duda ese lugar tenía algo mágico y único, como la persona a la que pertenecía.

-Te veo bien – dijo el anfitrión cuando ya se encontraron lejos de miradas indiscretas, caminando por los pasillos hacia la habitación preparada para su invitado, mirándolo de reojo.

-Me siento bien – fue su respuesta, cruzando la mirada con Jiang Cheng, que enseguida la desvió, sacándole una suave risa porque le parecía increíble lo fiero que era Sandu ShengShou pero también lo tímido que podía llegar a ser.

-Esta será tu habitación estos días – explicó cuando llegaron a su destino, mostrándole la mejor estancia para invitados de la que disponía, con paredes en lila claro, muebles de caoba y una cama más grande de lo normal – la mía está justo al doblar la esquina, por si necesitas algo – añadió con la boca pequeña.

-Gracias, Wanyin – respondió – aunque, no es por ser desagradecido, pero yo creí que íbamos a dormir juntos – dijo con voz baja, como si fuera un secreto mientras se acercaba a él y lo acorralaba contra la pared, acariciando la línea de su mandíbula con el dedo índice y mirando sus labios a propósito.

La cara del líder Jiang no tardó en ponerse roja en cuestión de segundos y aunque Lan Xichen se sentía triunfador por haberle provocado justo la reacción que esperaba, no pudo haber previsto la respuesta que recibió de su compañero.

-Si es lo que Zewu-Jun desea, se puede arreglar – dijo, acercándose a sus labios, susurrando las palabras sobre ellos, porque él también podía sorprender al contrario con sus acciones. Ese era un juego al que podían jugar dos.

Cuando el pobre Lan Huan pudo recuperarse de tremendo golpe, uno que le otorgó un premio sumamente suculento, rodeó su cintura y se pegó más a él, juntando tanto sus cuerpos que ni el aire podía pasar entre ellos.

-Oh, Wanyin... - pero no le dio tiempo a decir nada más porque al segundo siguiente ya sintió unos finos labios presionarse contra los suyos, comenzando un beso lento pero profundo, de esos que llegan al alma y roban suspiros.

Cuando la ronda de besos terminó, dejando sus labios rojos e hinchados, Jiang Cheng le pidió que descansara un poco, pues no quería que se esforzara más de la cuenta. Si bien había llegado hasta ahí a través de un talismán de transportación con la energía espiritual del doctor Xu y a pesar de que las últimas semanas solo había hecho que sentirse bien, Jiang Cheng no quería tentar a la suerte, así que eso más que una petición fue una orden. Le dijo que pasada la media tarde, cuando la temperatura de comienzos de verano fuera más fresca, volvería a por él y le enseñaría el lugar.

Lan Huan aceptó de buen grado y se despidió de él, no porque se sintiera cansado, sino porque no quería interrumpir sus deberes de líder, no quería que su presencia le creara inconvenientes en su vida porque bastantes problemas había puesto ya sobre sus hombros.

A unas horas del anochecer, tal como prometió, Jiang Cheng vino a por él, pero en vez de mostrarle el interior de la seca que ya había visto muchas veces antes cuando fue allí en calidad de líder, le dirigió directamente al muelle, donde un bote les aguardaba.