Aturdido, su lóbrega voz era una luz difusa
en la memoria de un piano roto;
un alarido ignoto y atroz a mi vera. ¡Oh, viuda!
Campanadas prístinas mueren
a los pies de tu profano coro.Como un insecto en la muda oscuridad,
un canto a la monotonía
amarillea el manto de nuestra cobardía,
tapona impune
el desencanto de vivir con la verdad.Los rosáceos lirios
hablan debajo del agua, desesperados,
y yo, cómplice de aquél martirio,
el porvenir, ya en otros tiempos vivido,
es ante mis oídos un grito vedado.
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Numen
Poetry¿Qué tan seguido dejas volar tu mente, cuántas veces dejas correr al corazón? Los dedos hacen equilibrismo bajo esta norma silente. En que priorizar solo el latido o sola la corriente suele ser, contra uno mismo, un acto de traición.