El abrazo de las sombras

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Mis ojos son dos mundos en fondo abisal,
bajo sábanas un grito burdo y un manojo
de esperanzas hechas nudo ronco alojo,

siluetas gélidas se graban en el cristal
de la memoria, danzando en el umbral.

Creo recordar árboles, estatuas de piedra,
edificios, arreboles, plazas, rostros, calles.

Monstruos emergen de un precipicio
a devorar el grácil verde de los valles.

Frágil suerte. Repetía "vida, muerte...",
vida, muerte...
                                vida, muerte...
y encontré en el eco un sollozo distante.

Las sombras tienen su propio epitafio.

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