Viuda

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En un vergel regué flores para él,
calándome los huesos con sus espinas;
del aire he robado besos de panteón
y me vi opaca bajo una luz cansina,

ante dos ojos vacuos que juzgan,
que anhelan y no me darán perdón,
hielan con recelo y burlan
las absurdas reglas de su creador;

su goce al grito de "¡insensata!",
roce maldito y depredador,
reconoce por bestial y velador
mi amor-rito, sepulcral y mar de ratas.

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