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—¿Está todo bien? —El toque que pretendió ser suave causó un sobresalto por parte de Akaashi, lo cual hizo que el dueño de aquella voz alejara su mano rápidamente— Perdón ¿te asusté?—El menor lo miró por un segundo, luego negó dirigiendo su vista nuevamente al pavimento. Kuroo solo atinó a seguir caminando luego de un corto suspiro.

Hace menos de media hora habían salido de la preparatoria, no sin antes recuperar sus maletas; con todo el alboroto y sólo después de repasar mentalmente lo sucedido, ambos recordaron que habían dejado caer sus cosas. Lastima que cuando las tuvieron de vuelta, alguna de sus pertenencias habían desaparecido o, mejor dicho, fueron tomadas o quizás hasta desechadas por los mismos chicos de antes.

Por suerte, no había rastro de ninguno de ellos cuando regresaron con cautela al lugar, el gimnasio estaba cerrado y sus pertenencias esparcidas por todo el suelo fuera de este.

Kuroo maldijo a cada uno de los tipos en voz baja, mirando a los alrededores por si aún se encontraban cerca.

Akaashi sólo atinó a recoger sus cosas en silencio, estaba más acostumbrado a esto.

Lo que no pudo obviar y le causó molestia, fue ver las manos vendadas de Kuroo, su camisa sucia, algunos botones de la misma ya no se encontraban a causa de los jaloneos que tuvo; su pómulo estaba adquiriendo un color avioletado, su labio inferior hinchado y levemente enrojecido debido al intercambio de golpes y, ahora, una maleta que parecía más un trapo con tiras que una maleta en sí misma.

Sin duda Kuroo la había pasado peor.

Dentro de los pensamientos de Akaashi, miles de voces resonaban diciéndole que era culpa suya, que es un problema para cualquiera que se acercara a él, que era mejor que se quedara sólo para no ocasionar problemas a las contadas personas que lo rodean actualmente, Kuroo y su padre.

"Hubiera sido mejor que los dejara hacerlo" pensó. Así no estaría lidiando con la culpa ahora, sabía que podía tolerar ser abusado nuevamente; debió dejarlos hacerle lo que quisieran. Mientras fuera el único afectado, lo superaría. 

Kuroo se percató de la mirada contraria fija en él, Akaashi sin mucho ánimo volvió descender la mirada.

Se miró a sí mismo inspeccionando su propio estado, ya que hasta ese momento, poco le importaba como se encontraba. Llevaba la ropa desarreglada y algunas heridas en las muñecas, pero eso era todo. Incluso su maleta lucía más decente a comparación con la de Kuroo, lo cuál lamentó.

Involucrar a personas externas a sus propios problemas era algo que odiaba de sí mismo. Se detestaba.

El camino era silencioso para ambos, la explosión de emociones que tuvieron en la enfermería hacía incómodo la presencia del otro.

Por parte de Akaashi, no era sólo la culpa lo que cargaba consigo, se arrepentía de haberse expuesto más de lo normal, le generaba ansiedad pensar que Kuroo podría volverse como esos tipos al ver que no podía defenderse sólo. Aprovecharse de la situación, volverse en su contra, burlarse; existían muchas posibilidades. Sin embargo, una diminuta voz de la razón le gritaba que no era así, le pedía que se disculpase por involucrarlo y terminar malherido pero, una vez más era el temor el que lo asfixiaba.

El maldito "Y si..." Hacía estragos en su mente. Como siempre.

Que irónico. Quería disculparse para no quedarse sólo, pero sabía perfectamente que sólo ya no involucraría a nadie en sus problemas y, esa era la mejor opción para él.

Odiaba su mente contradictoria.

Kuroo simplemente no sabía qué decir, Akaashi se veía decaído aún si mantenía la expresión seria de siempre, estaba comenzando a diferenciar esas pequeñas expresiones de él con más facilidad.

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora