Capítulo Diecisiete

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Aidan me vendó los ojos y manejó él durante el camino de regreso.

- Ai, ¿Dónde me llevas? – Pregunté mientras íbamos en el auto, no sabía si era el hecho de que llevaba los ojos vendados y por lo tanto no veía nada, pero el viaje se hizo un tanto largo.

- ¿Te acuerdas aquel día, hace unos meses... – Asentí con la cabeza, no sabía a dónde quería llegar con eso. – ... Ese día en el que nos tomamos la mano por primera vez, que usé de excusa que casi te pisa un auto para poder tomar tu mano?

- Claro que lo recuerdo, luego surgieron todos nuestros primeros rumores.

- Pues esa misma noche tú me dijiste que uno de tus sueños siempre fue conocer el espacio... Y yo te prometí que yo te llevaría a conocerlo. – Sentí que el auto se frenó.

- ¿Ya llegamos? – Pregunté subiendo mis manos a la venda para sacármela, Aidan me frenó.

- Solo te la podrás sacar cuando yo te lo diga – Asentí con la cabeza, bajé las manos y esperé a que me diga qué hacer. Escuché la puerta del auto abrirse y luego cerrarse, supuse que era Aidan bajando del auto. - ¿Lista? – Le tomé las manos a Aidan, a partir de ahí él tenía el control sobre dónde caminábamos o qué hacíamos, confiaba en él lo suficiente como para dejar que me haga eso.

- ¿Sabes? Hoy di mi exposición primaria, esta sobre el amor con la cual estuve trabajando este último tiempo. – Comenté mientras caminábamos. Así, como para romper un poco la escarcha que se estaba formando.

- Ah, ¿sí? ¿Y cómo te fue? Seguro que fue perfecto, vi lo mucho que trabajaste por esta investigación.

- La profesora me dijo que ya está, que con este trabajo me quedo liberada de la materia. Aunque me va a tomar más que solo un mes para prepararlo.

- Pues, tendrás tiempo para trabajar en eso cuando vuelva a casa. – Suspiré, odiaba pensar en que Aidan debía volver a Los Ángeles y yo debía quedarme aquí, sola. Cada vez quedaba menos tiempo para que eso pase y no me gustaba para nada.

- Supongo... - Dije desanimada.

- Ya puedes sacarte la venda – Me avisó y me saqué la venda encontrándome con un cuarto totalmente oscuro, estaba sola allí. - ¿Amor? – Pregunté mirando hacia todos lados, buscándolo.

Las pantallas se prendieron, al principio me cegaron, pero una vez me acostumbré pude ver la imagen más hermosa que nunca pensé que podría llegar a ver. Miraba el techo 360° asombrada, con una mano me tapaba la boca, en las pantallas se podía ver una imagen detallada de las estrellas.

- Amor, mira. – Lo llamé a Aidan para que venga a apreciar conmigo el mejor regalo de cumpleaños que me habían dado en mi vida. Una vez ya estaba cerca mía, me abrazó por la cintura. – Mira, ahí está la estrella polar. – Señalé mostrándole las constelaciones que iba viendo. – Ah, y ahí está Virgo, por lo tanto, ahí a su lado está Leo. – Sonreí, esto en verdad me parecía asombroso. - Esto es increíble. - Dije emocionada mientras seguía viendo todo , analizaba cada constelación que veía. - Hacia años que no veía las estrellas así. 

- ¿Te gusta mi sorpresa? - Sonreí y le di un beso en la mejilla.

- Es el mejor regalo que me han dado. - Estaba demasiado feliz de poder estar a su lado, de que piense en mi de esa forma. Lo amaba, estaba segura de que si. 

Nos quedamos un rato más en el planetario, viendo los planetas, las estrellas, el universo. Explorando lo que antes creí inexplorable. Esa noche me di cuenta de lo que tenía, de lo que amaba tenerlo a mi lado. Estaba manejando de vuelta a casa, miré hacia el asiento del acompañante, allí estaba Aidan, quedándose medio dormido. Sonreí al verlo, se veía increíblemente hermoso. Estacioné el auto y lo miré, en verdad no quería despertarlo.

- Aidan... - Le tomé la mano y le sacudí un poco - Aidan, amor... 

- ¿Qué? - Despertó de a poco.

- Amor, ya llegamos - Le avisé en un tono de voz suave.

- Oh, claro, vamos - Abrió la puerta del auto y nos bajamos. Sonreí y comenzamos a caminar de la mano hacia mi casa. - ¿Van a estar tus padres? - Me preguntó de golpe mientras caminábamos.

- Oh, no, ellos se fueron de viaje. - Abrí la puerta de mi casa, Aidan pasó y luego pasé yo. - Siempre se van de viaje la semana de mi cumpleaños - Dije restándole importancia. 

- Eso no es justo. 

- No lo es, pero es lo que pasa... Luego de algunos años, te acostumbras.

- No me parece algo que debería pasarle a alguien tan maravilloso como tú lo eres.

Sonreí y le di un beso. - Vamos a dormir, ¿si? Mañana hablamos, en verdad estoy cansada. - Admití. 

- Vale, yo también estoy cansado. - Sonreí y fuimos de la mano hasta mi cuarto. Estaba decorado con varias fotos de Aidan junto a mi, ocupando el lugar donde antes estaban las fotos junto a Oliver. Hacia 2 meses que no hablaba con él y gran parte de eso era por mi culpa. Sonreí al ver las imágenes.

- Esta es mi favorita - Me comentó Aidan, señalándome una foto donde estaba él besándome la mejilla. 

- Quédatela si quieres - Sonreí, era mi favorita también, pero él era más importante. 

- ¿En serio? - Asentí con la cabeza y se la di sonriendo. 

Miré la cama y me eché sobre ella. Aidan imitó mi acción. Le miré a los ojos sonriendo. - Te quiero, Aidan. - Me acerqué a él y le di un beso, comenzó siendo uno súper tierno y delicado, cada poco fue volviéndose más apasionado. Sabía que esto iba a seguir para más, pero no estaba segura, estaba cansada y no me gustaba la idea de perder mi virginidad en un estado que no sea mi 100%. Ninguno de los dos llevaba la camiseta puesta, puede que se nos haya pasado un poquito la mano.

- Aidan... - Me separé despacio.

- ¿Qué pasa, amor? - Me miró, tenía sus manos sobre mi cintura, la cual acariciaba con sus pulgares delicadamente.  

- Es que... Yo...

- ¿Qué pasa? ¿Hice algo mal?

- Oh, no, no, es solo que es mi... Ya sabes, yo nunca... - Lo miré esperando que me entienda.

- ¿Eres virgen? - Me miró. Asentí con la cabeza avergonzada de mi misma. - Hey - Me tomó suavemente del mentón - No es algo por lo que avergonzarse, mi amor, si necesitas tiempo, yo te esperaré.

- Gracias - Le dediqué una sonrisa y bostecé. - ¿Podemos ir a dormir? Estoy cansada.

- Claro que si, ven - Se acomodó en la cama  y me hizo lugar para que yo también me acomode. Y, tal como lo había dicho, me acomodé en el pecho de Aidan. - Buenas noches, mi vida.

- Buenas noches, mi amor - Saludé en un bostezo y me quedé dormida.  

Luz, Cámara, Acción... [Aidan Gallagher]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora