ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 9

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ᴍɪᴇʀᴄᴏʟᴇꜱ, 29 ᴅᴇ ᴀʙʀɪʟ

ᴀᴋᴀᴀꜱʜɪ

Son las 11 de la mañana cuando salgo del apartamento ajustando el cuello del jersey negro y colgando la bolsa en el hombro derecho con cierto cansancio. Cierro con llave y tomo una gran bocanada de aire antes de dirigirme hacia el ascensor.

"Tengo que comprar cebollas a la vuelta." pienso distraído por el zumbido que emite el ascensor al bajar. "También pasaré por la librería, me apetece leer algo." continúo al mismo tiempo que camino hasta la puerta principal del edificio.

Una ráfaga de aire gélido me eriza la piel al instante, provocando que me estremezca y abra los ojos ante la sorpresa. Alzo la cabeza hacia el cielo encapotado por densas nubes grisáceas y cierro los ojos por un instante, introduciendo las manos en los bolsillos delanteros del pantalón. El instante que tardo en llenar mis pulmones de aire renovado y fresco me hace relajarme, incluso me hace olvidarme por un momento de mi vida.

Esbozo una pequeña sonrisa en compensación y abro los ojos con lentitud. "A pesar de ser un día triste, veo con más claridad el resto de cosas que me rodean." pienso ensimismado.

Emprendo la marcha hacia la cafetería de la estación, queriendo parar luego en la librería y comprar algún ejemplar de alguna novela ligera o incluso alguna recopilación de poesía. No quiero leer historias densas, sino algo que me evada durante unos minutos y me permita desconectar rápidamente ante los imprevistos.

Al ser miércoles no suele haber mucho tránsito a esta hora, y lo agradezco de sobremanera. La paz que me transmite el caminar sin demasiada gente en la calle es un verdadero tesoro.

Al mismo tiempo que realizo el rutinario paseo hasta la cafetería, pienso en la conversación que mantuve ayer con Kei. Para que hablase con franqueza tuve que ofrecerle alcohol y no fue hasta la tercera cerveza que empezó a soltarse. No comprendo porque le cuesta tanto, llevamos varios años conociéndonos y parece que aun somos dos niños avergonzados por hablar de lo que nos angustia.

Desvío la mirada avergonzado de mi mismo; hago lo mismo aun que no lo admita delante de él.

La relación que mantiene con ese tal Kuroo no es la misma que ha mantenido con otros chicos anteriormente. Para Kei el juego termina cuando la otra persona le pide intentarlo de forma oficial, y es ahí cuando él desaparece del mapa. Luego llegan las llamadas insistentes, las apariciones incomodas y el recordatorio de promesas que nunca dijo que cumpliría.

Kei se deshace de esos chicos porque no le importan, para él solo había sexo y nada más. Sin embargo, y es algo que me ha llegado a preocupar recientemente, es que Kuroo no le ha propuesto una relación formal. Ambos siguen manteniendo esta relación basada en el deseo y no parece que vaya a cambiar.

No al menos por parte de Kuroo.

Cuando me habló por primera vez de sus sospechas, no le creí. Kei decía que Kuroo se estaba conteniendo en ofertarle la relación formal, pero dudo que ese sea el verdadero problema. Más bien creo que Kei empieza a interesarse de otra forma por este chico y eso le hace rechazarlo; creando una falsa excusa.

Lo hizo anteriormente, cuando estaba en la universidad, pero nunca llegué a saber la verdadera historia. Kei nunca me lo ha contado y no parece querer hacerlo a día de hoy.

En lo que a mi opinión respecta, Kei acabará desapareciendo de la vida de Kuroo sin dar explicaciones por esos temores suyos y volveremos al mismo bucle de siempre.

Deshago mis pensamientos cuando salgo de la estación de metro. Ajusto las gafas en el puente de la nariz y emprendo la marcha hacia la cafetería. No tardo mucho en llegar debido a su cercanía.

Hoy me sorprende divisar entre los altos ventanales del local una larga cola que casi llega hasta la puerta. Me lo tomo con filosofía y entro para ponerme a la cola, repasando los diferentes tipos de café que puedo probar. Me cruzo de brazos y frunzo un poco el ceño para leer las nuevas novedades escritas en una larga pizarra, en lo alto del mostrador. "Tiene buena pinta el "bombón negro con nata"." pienso.

- "Bombón negro con nata", ¿de qué sera? Tiene buena pinta.- una voz grave me despierta de mis cavilaciones.

Me quedo por un momento en silencio, volviendo a reproducir sus palabras en mi mente, deshaciendo poco a poco su voz hasta que concuerda con una voz que he escuchado en alguna que otra ocasión. El corazón me da un vuelto al reconocerla y me giro levemente para dedicarle una mirada de reojo a la persona de detrás mía.

Los ojos brillantes y llamativos del chico al que conocí en la cola de la librería y al que me encontré aquel día bajo la lluvia me hace entreabrir los labios. Hoy lleva un chándal gris oscuro con franjas amarillas en los laterales de cada pieza. "Seguramente ha salido a hacer algún tipo de deporte." llego a tal conclusión. Cuando sus ojos se desvían de la pizarra y bajan en mi dirección me giro rápidamente para que no me reconozca. "Que idiotez, seguramente ni se acuerda quien soy." me regaño frunciendo levemente el ceño.

- ¿Akaashi?- me pongo en tensión cuando lo escucho de nuevo. Trago con dificultad y medito unos segundos, rebuscando de entre mis recuerdos su nombre. ¿Cómo se llamaba?- ¿Eres tú, verdad?

Él insiste y yo pierdo la paciencia intentando recordar su nombre. Me giro lentamente para mirarle a los ojos con una expresión tranquila y me fijo en la sonrisa que decora sus labios. Ahora parece más deslumbrante que hace unos segundos.

- Hola.- saludo.

- ¿Me recuerdas? Hace un mes nos vimos y me acompañaste hasta la estación bajo tu paraguas.- su sonrisa no se borra y da un pequeño paso, más cerca de mí.

- Sí, te recuerdo. Eres bastante llamativo para olvidarte.- comento desviando por un segundo la mirada de sus ojos.

- Me alegra volver a encontrarte, Akaashi.- suelta con sinceridad, lo que me pilla por sorpresa y hace que mi respuesta se me atragante.

Su expresión risueña con algunos mechones de cabello cayendo desordenados alrededor de su rostro hace que me olvide de donde estoy. Ya no le cubren los ojos, seguramente se ha cortado el cabello en este tiempo.

- Lo mismo digo, Bokuto.- respondo hipnotizado por el ambiente.

- Que bien suena mi nombre cuando lo dices.- comenta manteniendo la sonrisa.- Oh Akaashi, la cola.

Despierto de la sorpresa en la que me mantenía inmerso y me giro para caminar un par de sitios más adelante. Es en ese momento que escucho a varios clientes quejarse por no haberme movido y me disculpo silenciosamente.

- ¿Qué vas a tomar, Akaashi?- pregunta muy cerca mía. Siento su aliento haciéndome cosquillas en la oreja derecha y me tenso nuevamente.- El "bombón negro con nata" tiene buena pinta, no lo había visto hasta hoy.

Asiento dándole la razón mientras que alzo la cabeza hacia la pizarra nuevamente. La verdad es que no suelo tomar cafés muy dulces, pero hoy puede ser la excepción.

- El siguiente, por favor.- anuncia el joven camarero tras el mostrador.

Anuncio mi pedido para llevar y añado una magdalena simple. Cuando el camarero me dice el precio rápidamente me giro hacia Bokuto sin saber muy bien lo que estoy a punto de preguntarle.

- ¿De qué tamaño quieres el tuyo?- él me mira desconcertado por unos segundos.- El café, digo.

- Oh, grande.- se adelanta para colocarse a mi lado izquierdo.- Y que sea con extra de nata, por favor.

Le dedico una mirada alzando una ceja susceptible y él me la devuelve con una pequeña sonrisa.

- Es que me gustan los cafés dulces.- comenta.

Suelto una pequeña risa al escucharle; es lo contrario a mis gustos. El que haya recordado su nombre de un instante a otro y este simple hecho hace que una pequeña sensación de plenitud invada mi pecho.

El amor es cosa de dos (Bokuaka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora