Narra Christopher.
Lo miré casi desconociendo su forma de ser, Erick era un chico violento, celoso y manipulador pero jamás había querido atentar sobre mi vida.
- Baja eso, podemos hablar - intenté convencer.
- Sé que solo buscas la forma de escapar, tú no te puedes ir.
- Piensa, de seguro todos saben en donde vivimos, te vas a meter en problemas Erick.
- Si tenemos que morir los dos, morimos los dos.
- ¡Erick no!
Me hice a un lado evitando que el filo del cuchillo penetrara en mi piel, los nervios se estaban apoderando de mi, no quería hacerle daño pero a la vez era mi vida.
- Si tan solo hubieras puesto de tu parte.
- Lo hice, todo lo que me pedías lo hacía - respondí en retroceso.
- Hubiéramos sido tan felices, solo tú y yo.
- Podemos, podemos Erick...¡No!
Intenté correr hasta la puerta de ingreso, algo que había dado en mi cabeza impidió que mi intento de escape resulte.
Giró mi cuerpo sobrecargado su peso en el mío, de pronto su mirada ya no era la misma.
- Eres tan hermoso - dijo mientras una de sus manos recorría mi rostro.
- Por favor, no me hagas nada - pedí en llanto.
- Es por tu bien, seguiremos juntos aunque no sea en vida.
- Erick, no - pedí sosteniendo su mano.
- Lo hago por los dos.
Me costaba aceptar la realidad en estos momento, fue duro ver que todo el tiempo viví en una farsa que me llevó a esta situación.
- ¿Al menos fuiste feliz? - pregunté rendido.
- Lo fui, no era este el plan pero sé que estarás mejor.
- No te voy a detener, de todas formas no tengo salida.
Enderezó su espalda casi esperando el momento preciso para terminar conmigo, era angustiante saber que quizás eran mis últimos segundos.
No pensaba en nada más que no fuese en mi familia y amistades, claramente el amor me cegó y el daño que hice no iba a tener tiempo de ser reparado.
De pronto los recuerdos del pasado parecieron darme fuerza, me estaba dejando vencer y aún me quedaba por vivir.
Di un golpe lo suficientemente fuerte, mi único objetivo fue apartar aquel arma cortante que me atemorizaba.
- CHRISTOPHER.
Corrí hasta la habitación tomando mi celular, encerrarme en el baño fue lo único que pude hacer.
- Vamos, vamos - repetía.
Los tonos de la llamada eran desesperante, el temblor en mi cuerpo dificultaba aún más la situación.
- ¿Bueno?
- Victor, ayúdame.
- ¿Chris? ¿Qué pasa?
- Erick...Erick me quiere matar, llama a la policía.
- Mamá, llama a la policia y dale esta dirección - pidió alejado del celular.
Mi cuerpo se tensó al escuchar los golpes en la puerta, estaba acorralado.
- Victor - nombré en llanto.
- No cuelgues, voy saliendo.
- ¡Me va a matar!