Desperté a la misma hora de siempre, no ver a Erick a mi lado se me hizo sumamente extraño, siempre despertaba antes que él.
- Buenos días - saludé tímido. La situación de la noche anterior no había sido conversado.
- ¿Vas a desayunar?
- Sí.
- Siéntate.
No hice caso alguno a su petición, fui directo a él para envolver su cuerpo en un cálido abrazo.
- No me gusta que estemos así.
- ¿Te puedo preguntar algo?
- Dime.
- ¿Quién es Monserrat? - consultó seco.
- Mi compañera de trabajo. ¿Cómo sabes de ella?
- Anoche te llamó pero claro, con lo ebrio que llegaste ni siquiera recuerdas - reclamó.
- Es que me sentí mal por lo que pasó, no me gusta estar mal contigo y estabas molesto.
- Por tu culpa - empujó.
Bajé la mirada tratando de procesar aquello, quizás no era lo suficientemente bueno para él.
- Lo siento, te prometo que no volverá a pasar - pedí con la cabeza agachada.
- ¿Y esa chica qué?
- Es solo mi compañera, te lo juro.
- No quiero que la veas.
- Es imposible, trabajo con ella.
- Entonces renuncia - añadió.
- Pero Erick, nos acabamos de mudar y tenemos que...
- Por el dinero no te preocupes, créeme que no nos faltará nada - interrumpió.
- Lo siento pero no voy a renunciar, es mi trabajo y me ascendieron hace poco, lo lamento pero no - dije en contradicción.
- Perfecto, quédate con tu trabajo.
Sentí la fuerza en mi hombro apenas chocó intencionalmente con el, mis ojos se nublaron un poco por ese sentimiento de culpa que cada vez estaba más presente.
Volví a la habitación como siempre para buscar calmar la situación, cerré la puerta apenas vi como tuvo la intención de salir.
- Vamos a hablar - advertí.
- Déjame pasar, no quiero verte.
- ¿A caso no eres lo suficientemente feliz con todo lo que estoy haciendo por ti?
- ¿Todo? ¿Cuál todo?
- Erick, dejé a mis amistades y a mi familia por ti.
- ¿Me lo estás sacando en cara?
- No pero al menos valora un poco lo que estoy haciendo, te quiero y me gusta que estés bien pero hay cosas que no puedo dejar por tus caprichos.
- ¿Caprichos?
- Sí Erick, si he dejado todo es por hacerte feliz a ti.
La bofetada que recibí fue suficiente para que mis lágrimas salieran poco a poco, realmente era algo que no esperaba.
- ¡QUÉDATE CON TODOS ELLOS!
- ¿Qué te pasa? - pregunté tembloroso.
- ¡ESTOY CANSADO DE QUÉ NADIE VALORE LO QUE YO HAGO! También dejé a mi familia por ti Christopher.
- Pero yo no te exijo nada, a eso me refiero.
- Si prefieres a alguien que te mienta y no te haga ver tu realidad vuelve con toda esa gente falsa de mierda.
- No, espera.
- Sueltame.
- ¿A donde vas?
- Me voy, eso hago.
- No no no, Erick. ¡No! - detuve.
- ¡DÉJAME!
- LO HARÉ...lo haré, voy a dejar mi trabajo, pero no te vayas, por favor - abracé con un llanto ahogador.
Sus manos acariciando mi espalda en parte me tranquilizaron, me sorprendí bastante, nunca había temido tanto de perder a un novio.
- Será lo mejor, créeme que sí.
- ¿Quieres acompañarme?
- Sí, es mi deber hacerlo. Eres mi novio y siempre voy a estar solo para ti, como espero que tú también para mi.
- Claro que sí - sonreí.
- ¿No crees que deberías hacer un poco de ejercicio?
- ¿Por qué lo dices?
- No lo sé, hace unas semanas esta polera te quedaba más suelta.
- Pero yo me noto igual - dije frente al espejo.
- Claro que no, no me gustaría tener un novio...ya sabes.
Volví mi vista al espejo mirándome en diferentes ángulos y sí, quizás tenía razón.