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No mentiría, mis ganas de trabajar estaban ahora mismo en el subsuelo. Las voces y el sonido de la campana me irritaban cada vez más, pero fue mi decisión, no estaba dispuesta a vivir a base del dinero de Carson. Era una mujer independiente y me podía valer por mí misma, aunque en este momento tuviera ganas de arrancar unas cuantas cabezas. Mi situación en esta cafetería no era como en Detroit, si no era necesario no me relacionaba con mis compañeros, venía a ganar dinero, no a hacer amigos, cosa que les quedó bastante claro desde el primer día, era como un virus, nadie se acercaba a mí, y mi expresión seria ayudaba en ello.
Me encontraba en caja, aquí no eran necesarias las camareras, cosa que echaba de menos. Estar ocho horas en la misma posición era agotador y doloroso para mis pies.

—Buenos días, ¿qué le gustaría tomar?

—Me gustaría pedir una cita —alcé la vista tras reconocer la voz.

—¿Cómo supiste dónde trabajo? —miré a Killian sorprendida. Parecía venir de la playa, sobre su tez bronceada, tenía algunas zonas enrojecidas manchadas de arena.

—Es un secreto, ¿entonces qué respondes a mi pregunta?

Creo que me adelanté a etiquetarle de algo que ahora me daba a entender que no era. Al principio de esa noche pensé que estaba intentando ligar conmigo, pero al verle con el británico al que luego cambió por otro chico como si de objetos se tratasen, lo descarté y pensé que simplemente era su forma de ser con las mujeres. Más al ver que no quitaba el ojo de encima a Carson.

—Ahora mismo no estoy interesada en tener una relación—le confesé al fin al ver que estaba creando cola.

No pareció entenderlo del todo ya que apuntó su número en un ticket que debió dejar el cliente anterior. Solo me sonrió y cogí el papel viendo la tinta, efectivamente quería que le llamara, al volver la vista ya se había ido. Durante lo que me quedaba de turno no dejé de darle vueltas a su propuesta, quería saber más de ellos, de su mundo en su persona. Pero él quería una cita, no una entrevista a fondo. Al llegar a casa ambos primos se volvieron locos al enterarse, pero sus opiniones eran muy diferentes.

—Si quieres que te perdone por lo del otro día, aceptarás la cita —soltó Madison casi en modo de ordenanza.

—¡Eso es jugar sucio! —exclamé y miré a su primo que parecía absorto en sus pensamientos.

—Ya sabes lo que opino, no te fíes de su bonita sonrisa, detrás de ella se podría esconder... —mi amiga le tiró un cojín cortándole a media frase.

—No le hagas caso, en el momento en que te despistes te lo quitará.

—No me estáis ayudando, pero quedaré con él, solo como amigos. No tengo tiempo para parejas y cursiladas.

Agregué su número a los pocos contactos que tenía y me saltó una llamada perdida de Caleb de hacía escasos minutos. A veces me replanteaba el bloquearlo, pero solo conseguiría que se plantara aquí. La borré y antes de poder escribir a Killian, Madison puso delante de mis narices su teléfono con un contacto llamado "Futuro cuñado". Le arrebaté el móvil de las manos y me paré a leer el chat.

—Me tomé la labor de hablar con él, vendrá a buscarte en un par de horas.

Intenté lucir relajada para que no notase las ganas que tenía de gritar y pegarme un tiro junto con el que le iba a pegar a ella. Le había hecho creer que aceptaba la cita y eso no era lo que yo quería. ¿En algún momento escuchaba lo qué decía? La devolví el teléfono y sin decir palabra me fui a preparar mientras pensaba en si sería buena idea salir con un caído, cosa que hacía un momento no me importaba, pero las dudas me comenzaron a transitar por la cabeza.

Selina II ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora