Me acerqué con cuidado y curiosidad para admirar más de cerca el bello paisaje que se apreciaba al fondo. Me retiré al notar las álgidas corrientes de aire que lo traspasaban, conjuntando con el panorama nevado y la escasa vegetación que se divisaba.
—¿Un portal? —pregunté retóricamente. Pero no todo era tan agradable, mucho menos cuando la molesta marca volvió a palpitar —. Caín —mascullé.
—Esto está fuera de nuestro alcance, dejémoslo aquí e informemos a los arcángeles.
—¡Abre el portal! ¡Ya!
Pero no hubo ningún tipo de respuesta por su parte, dejando escuchar al solitario sonido de las gotas de agua originadas por la humedad, impactando sobre el oxidado metal de las vías. Me volteé y entonces entendí su silencio al ver a un par de caídos con armas en mano que nos cerraban el paso.
—Cuando yo te diga, dispara al de la derecha —me susurró, pero antes de me lo dijera ya lo estaba haciendo. La sonrisa del hombre me puso nerviosa y dejé escapar la flecha de mis dedos, pero la esquivó —. ¿Por un momento podrías hacer las cosas a mi manera?
—¿Dijo algo de esa chica? —se oyó comentar a la joven mujer refiriéndose a Davina.
—No la mates, las quiere con vida a las dos —respondió el hombre de mediana edad.
«Otra vez no, por favor» recé para mis adentros.
Los caídos soltaron sus armas y se aproximaron a nosotras, ambas nos miramos y asentimos. Me centré en el hombre que parecía muy seguro de sí mismo, y lo podía estar, porque sus rápidos movimientos hicieron que ninguna de mis últimas flechas le rozase siquiera. Eché el arco hacía delante intentando golpearlo con el, pero en un descuido lo agarró y frente a mis ojos lo partió por la mitad. Antes de que el grito saliera de mi garganta, sus grandes manos me empujaron hacia la pared, Davina que ya había sido derribada en varias ocasiones, me miró y movió los hombros hacía atrás para que sus enormes y grandiosas alas blancas apareciesen.
—Niñas, dejen de jugar a ser guerreras y ríndanse —añadió con tono de burla la mujer y pegó una patada a los trozos del arco.
—¡Nunca! —exclamó Davina.
Agitó con fuerza sus alas creando una potente ventisca que mezcló y levantó el polvo y tierra del lugar. Los caídos quedaron atrapados tras esa nube y aprovechamos para salir corriendo hacia la salida.
—¡Crea un portal, joder! —le repetí.
—Si lo hago, esos dos podrían meterse, espera a que estemos fuera de su alcance —siguió corriendo con la luz aún frente a nosotras.
Teníamos que acabar con Caín de una vez por todas, si no estás situaciones no harían más que repetirse hasta agravarse, consiguiendo así su objetivo de matarme a mí o a un ser querido.
Porque su último plan debía haberlo premeditado por mucho tiempo, sabiendo a la perfección que si yo mataba a alguien, ya fuese humano, Nephilim o celestial, los ángeles y arcángeles se unirían para darme caza, consiguiendo su propósito de hacerme desaparecer sin ensuciarse las manos, como había hecho desde el principio. Era imposible no ver la lógica de que quisiera que me fuera con él, ya que en el momento en el que pudiera crear y controlar el fuego, en sus manos podría volverse un arma peligrosa. No iba a permitir aquello bajo ningún concepto.
Eché la vista hacia atrás, el polvo se había disipado, pero ellos se mantuvieron quietos sin inmutarse y mirando cómo nos alejábamos. En el inicio del túnel nos percatamos de varias cosas que nos dificultaría la huida, el anaranjado atardecer que se distinguía en el horizonte, avisándonos de que en pocos minutos esto se convertiría en un campo de batalla a oscuras con la horda de demonios que se postraba ante nosotras, obstruyéndonos la salida.
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Selina II ©
FantasySelina Devine creyó poder escapar de aquel mundo bíblico y volver a vivir cual humana. Pero nadie dijo que eso fuera posible y mucho menos fácil. La visita de un viejo conocido hará que su vida y todo aquello construido en tan poco tiempo vuelva a...