314 69 24
                                    

No había servido de nada abandonar Italia, todos corrían peligro a mi lado, pero ya era tarde para alejarme de Madison, Carson y nuestros nuevos amigos caídos. Estos últimos podían cuidarse solos, eran lo de menos, pero no podría relacionarme con nadie nuevo porque enseguida se convertiría en otra diana para Caín. Lo único que podía hacer ahora era seguir con mi vida y hacerle creer que me pensaría su propuesta para que no tomara ninguna iniciativa. Pero los días estaban pasando rápido y tenía miedo de hasta cuando duraría su paciencia.

Acaricié la cabellera de Killian mientras seguía inmersa en mis pensamientos. Echaba de menos a todos, era un fastidio no poder contactar con Kim y los demás sin antes pasar por Caleb.

—¿No tienes casa propia? —dijo Carson al verle de nuevo en su casa como las últimas diez veces en lo que llevábamos de semana.

—No finjas que no te gusta tenerme aquí.

Dijera lo que dijera Carson, podía notar como sus oscuros pómulos se tornaban de un rojo burdeos nada más nombrar a Killian. En realidad ambos tenían una relación bastante rara, se picaban y a la vez se perseguían, y yo como siempre estaba en medio.

Killian se había cobrado la cita que le debía al día siguiente de quedar, e hicimos algo tan cliché como ver una película en su casa y pedir algo de cenar. En ella me di cuenta el tipo de persona que era. No paraba de hablar de Gianna en todo momento, era como su hermana adoptiva y aunque ella no demostrase los sentimientos como él, a Killian la gustaba molestarla tratándola como a una adolescente normal y corriente cuando estaban en casa. Fue una de las cosas que hizo que en ese momento comenzase a atraerme un poco, no era como pensaba, de nuevo me había dejado llevar, estar tatuado y ser un caído no te hacia mala persona y él era la demostración de ello. Pero no cambiaria mi decisión de no buscar una relación, estaba bien como estaba, pero nunca se sabía, lo aprendí con Mikkel, nunca digas nunca y más cuando se trata del amor, una cosa es lo que tú quieras y otra lo que tu corazón desea.

—Se me olvidó decirte que hice un boceto del tatuaje que hablamos. Me centré en lo que me contaste y el cómo, y esos sentimientos me llevaron a esto. —Agrandé la imagen de su móvil y se lo pasé a Carson.

—Es básico, me gusta. No me hagas mucho caso, pero siento que te quedaría estupendo en la zona de la mano —tomaría en cuenta su opinión.

—Eso mismo pensé yo, ahora espero que tu guardián no me mate —comentó Killian refiriéndose al ángel.

—Si no lo hace él lo haré yo como no te eches a un lado —se quejó Carson al intentar sentarse en el sillón ocupado completamente por las piernas del chico.

El caído lo agarró por detrás tumbándolo boca arriba sobre él, Carson comenzó a insultarlo fingiendo que le molestaba lo que le estaba haciendo, pero las pequeñas sonrisas y risas tras las cosquillas le delataban.

—¡Chicos qué estoy debajo! —grité antes de que se echasen por completo sobre mí.

Me dio tiempo a apartarme y dejarles con su juego de "no te soporto pero me tomo el tiempo de hacerte reír". Como no sabíamos a qué hora terminaría de hacerme el tatuaje, metí en un bolso un cambio de ropa y unas cuantas cosas más para quedarme a dormir en su casa. Dejé la comida de Shadow preparada para que cenase antes de irme y no molestase con sus maullidos a los demás.

Se estaba haciendo algo tarde cuando nos dignamos a salir del domicilio. Killian me abrió la puerta del copiloto y la cerró tras de mí, en el corto camino me apoyé en la ventana viendo a la gente transitar por la calle. A simple vista no podría diferenciar quien era humano y quien no, era ilógico que los ángeles les protegieran pero se ofendieran si los comparabas. ¿Entonces para que la protección a un ser que catalogaban de inferior?

Selina II ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora