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—¿Cuál es el plan de hoy? —preguntó Mikkel al verme vestida.

—El mío ir a trabajar —soltó un largo suspiro. Alzó las piernas y las colocó sobre la mesa. Carson al verlo le dio una patada bajándoselas y el pelinegro lo miró mal.

—¿Entonces para qué me quedo? Podría estar entrenando en vez de estar aquí quieto. No vayas, no necesitas ese estúpido empleo.

—No es tan fácil, además hoy solo haré mitad de turno. Ves con Carson a comprar algo de ropa, porque eso... — señalé su ropa de combate y al Nephilim se le iluminó la cara —No hay demonios por esta zona y tampoco una fiesta de disfraces, busca algo con lo que pasar desapercibido, por favor. —«Aunque siendo él sería imposible» pensé maldiciendo a lo que hubiera allá arriba por crear la definición de perfección con el nombre de Mikkel. Ni cambiando de vestimenta dejaría de llamar la atención.

Estaba tranquila de que Madison estuviera en la universidad, si tenía que dejar a alguno de los Crane con Mikkel, la mejor opción era Carson y no porque fuera Nephilim u hombre, bueno en realidad si era por eso, porque en tema de locura y hombres ambos ganarían la medalla de oro. Pero Carson sabía controlarse cuando la situación se volvía incómoda hacia la otra persona.

Fui a trabajar como buena persona independiente que era, pero harta de la responsabilidad que conllevaba eso. ¿En qué momento crecí?
Escurrí el paño en el cubo y limpié las mesas llenas de restos secos de café. Antes de abrir y de que llegaran las demás trabajadoras, repuse las cajas de cubiertos y especias de la barra. Prefería entrar de este turno que tener que quedarme hasta el cierre con toda la limpieza que eso acarreaba.

—Espero que disfrute de la comida, que tenga una buena tarde —al girarse la mujer dejé de sonreír. Guardé los tickets en la caja y atendí al siguiente cliente que llegó.

La campana de la puerta volvió a sonar, en cosa de segundos el bullicio de los clientes y compañeros me impidió seguir apuntando el pedido del señor. Un grupo de mujeres y hombres habían creado un círculo alrededor de alguien. ¿Un famoso? ¿Un político? Podría ser, pero sería muy oportuno después de recibir un mensaje de Carson indicándome que Mikkel había desaparecido. Salí de mi lugar de trabajo y aparté a empujones a la clientela acosadora, recibiendo varios insultos por su parte. Agarré el brazo del chico y tiré de él llevándolo conmigo junto a las miradas envidiosas de las personas. Lo empujé a la calle por la puerta trasera y la cerré detrás de mí. Coloqué mis manos en las caderas y esperé a que hablase.

—Me aburría, ¿vale?

—Solo han pasado dos horas —me llevé la mano a la sien, no porque estuviera enfadada, al contrario, quería que lo pareciera porque estaba a punto de echarme a reír.

—Tu amigo no hacía más que mirarme sin decir ni una palabra. Y tuve que encerrar a esa bola de pelo tuya, su cola parecía dos veces él... —le corté aguantándome la risa.

—¿Encerraste a Shadow?

—Estamos en paz, casi matas al cuervo el otro día —no podía discutirle eso —. Ahora vamos a dejar una cosa clara y quiero que me mires —si me lo pedía teníamos un serio problema, porque la vergüenza me lo impediría —. Vas a dejar de aparentar algo que no eres, princesa. Entiendo a diferencia de Caleb, la decisión que tomaste de volver a intentar tener la vida que tenías antes de todo esto.

—Sé por dónde vas y déjame decirte... —me senté en el suelo tras interrumpirme.

—He visto como sales y entras al trabajo. ¡Ni qué te estuvieras dirigiendo al matadero! —Bajé la mirada —Tus palabras para irte fueron que querías vivir como una chica de tu edad; fiestas, salidas con amigos, trabajo... Carson me dijo que estuviste meses centrándote en eso último y evadiéndote de lo demás encerrándote en casa. ¿Dónde está la chica enérgica que conocí? —se puso a mi altura apoyando su brazo en la pared, cerca de mi rostro.

Selina II ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora