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Gustabo había vuelto a la cabaña, era hora de hacer las maletas. Volvían a casa.
El rubio no se había vuelto a dirigir ni una palabra con Horacio, debido al secretismo de ese tema. Puede que pareciera un poco absurdo enfadarse por eso, pero se sentía traicionado.
Siempre se contaban todo y nunca habían tenido secretos entre ellos. Y no solo estaba enfadado por eso, había estado ignorándolo. Sentía que desde la aparición del ruso se estaban distanciando. Se sentía celoso.
El rubio se sentía muy inseguro. Parecía que Horacio podía sustituirle fácilmente, cosa que le dolía, ya que le hacía ver lo dependiente que era de él.
Lo que más le jodía es que el ruso no paraba de mirarle mal. Tal vez era solo imaginación suya, pero no podía evitar pensar eso.
Cuando entró se encontró al pelinegro terminando de recoger su maleta. Sin dirigirse ni una palabra, el rubio comenzó también a copiar la acción del pelinegro.
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Jack Conway, terminó y se tumbó en su cama mirando el móvil algo aburrido, aunque realmente no paraba de mirar al rubio como se movía de un lado al otro de la habitación recogiendo sus cosas.
El pelinegro notó el cambio de humor en el rubio, se le veía decaído.
Cuando el rubio acabó de recoger se percató de la mirada poco discreta del pelinegro hacia su persona.
- ¿Por qué me miras? ¿No tienes algo mejor que hacer?- Dijo con el ánimo por los suelos.
- Sinceramente no.- Dijo el pelinegro incorporándose en la cama para sentarse.- ¿Estás bien?
- Supongo. ¿Y tú?- Dijo el rubio mirándole fijamente.
- Supongo.- Le dijo con sarcasmo.
El rubio comenzó a acercarse a paso lento hasta quedar cerca del pelinegro, pero a una distancia prudente.
Le miró fijamente intentando descifrar el abismo que se reflejaba en los ojos oscuros del pelinegro sin vida.
